Al entrar recuerdo que hice la misma pregunta al camarero
con pajarita de la barra ¿podría tomar un café? Y el camarero (otro imagino, o
tanto no recuerdo) respondió más o menos lo mismo.. – Pasa a ver si hay sitio.
Una pregunta un poco tonta en un café, si se puede tomar café.
Pero en el Café Iruña se sirven comidas, pinchos, chupitos y demás. Y, ya se
sabe, que a determinadas horas uno no puede sentarse así como así, o las mesas
están dedicadas a los altos comensales de Bilbo.
El caso es que pasé y vi la misma mesa en la que estuve
sentada hace 3 años. Como entonces, pedí en la barra y puse mi maleta al
lado derecho, del que saqué el portátil.
Aquel día llovía y era un día típico gris. Hoy tras un largo
paseo por el casco viejo llegué prácticamente sudando los benditos 28 grados.
Igual que entonces, estoy acompañada por un café solo y un
vaso de agua. Con la diferencia de que hace un año dejé el café. No por nada,
en realidad. La tendencia de nuestra época a cuidarse y la personal a quitarme
cualquier sustancia tóxica que no sea estrictamente necesaria. Ya se sabe que
el café es una de las sustancias que más controversias desata entre defensores
y detractores. Y yo ni entro ni salgo, vamos que lo dejé y punto.
Por el contrario o, tal vez, justamente por eso, unos meses
después empecé a fumar “a lo tonto”. Es decir, con caladitas, luego gorroneando
cigarros a cercanos y lejanos y acabando por llevar mi propia cajetilla durante
el verano. Así que ese cigarro que echaba de menos en el anterior post, lo
disfrutaré ahora plenamente. Además, del café ya mencionado. Y esperate no me pida un
chupito para hacer el completo.
Hay decisiones de una mujer cuando es una mujer, que no
tienen que ver con contemplaciones de las sustancias tóxicas. La conversación
que acabo de tener con mi jefe ha sido lo más tóxico de hoy.
Y terminando mi asociación o flashback con el post de hace tres años en el que decía que no echaba de menos a ninguna mujer… Pues diré, que una mujer hizo que todo mi mundo girara cien mil
millones de veces a cien mil millones de kms por segundo. Y que, tal vez aunque
nunca la eche de menos, siempre la llevaré en mi pecho.
Pues eso
Costumbres y sorpresas
Todo cambia
Y todo es lo mismo
http://martahora.blogspot.com.es/2011/03/desde-el-cafe-iruna.html