lunes, 21 de marzo de 2016

Ego again

Bajo por la rampa de la vía 3, esta vez, destino Lleida. Estoy en un estado relajado y risueño. No he madrugado demasiado, orgullosa del modelo elegido para la reunión, el resultado final de mi pelo y disfrutando de la corriente de aire fresco que siempre recorre Atocha.

Justo antes de finalizar la rampa veo a una pareja con grandes maletas y bolsas gigantes, de estas con ruedas, que suele llevar la gente extranjera cuando llevan cosas a sus países, o intercambian géneros entre tiendas. Pues las ruedas de uno de esos mega-bolsos, se atascaron al final de la rampa y, mientras el chico tiraba con fuerza para hacerse con él, la rampa continuaba el movimiento y yo con ella, de modo que me iba a chocar con el enorme bulto y ya solté con notable cabreo hacia el lento latino “joder, por favor, quitad eso”, mientras consiguió arrastrarlo nuevamente. Así que, no hubo mayor incidente ni fallecidos. 

Me dirigí a mi vagón, el 6, y ellos caminaban a mi lado.

Ella muy jovencita y pequeña. No podría asegurar que fuera la hija o la esposa del hombre, que era muy corpulento (vamos, gordo). Igual parecía el padre por ser gordo; de todos es sabido que la gordura, te echa años encima en la apariencia. Ambos llevaban gafas, se notaba que eran antiguas, de muchos años y pasadas de moda. Y luego me seguí fijando en la ropa. También algo “pasada”.

Él llevaba dos bultos que, movía con mucha dificultad. Después de unos pasos, intercambió uno de ellos, con ella que, acabó arrastrando con las diminutas ruedas. Apenas podían controlar y mover todos los bultos que llevaban.

Yo los miraba y mientras miraba sus gafas, su ropa, sus esfuerzos… Me avergoncé de mí misma y del egoísmo y ego que solo nos lleva a pensar en nuestro puto bienestar en esta super-sociedad. También me avergoncé por todos los demás yupies que iban luciendo sus maletines y móviles de última generación, sin ni siquiera mirarlos. Esperaba que algún varón, con brazos musculados, modelados en los modernos aparatos de los gimnasios de moda, se dignaran a colaborar. Pero no.

Sentí deseos de ayudarles durante toda la vida, casi como si mis pensamientos anteriores en la rampa, hubiesen generado una deuda vitalicia con ellos. Fui hacia la chica y le dije,

- "Te ayudo, lo llevamos entre las dos" - y tomé un asa del bolsón negro. - ¿En qué coche estáis?
- Ay muchas gracias, en el 7 - sonrió
- Ah pues vamos juntas, yo estoy en el 6. - ¿hasta dónde vais?
- A Barcelona

Cuando llegamos a la puerta, yo subí antes que ella, apoyé el maletín de mi portátil y tiré con fuerza para subir la maleta, mientras ella lo empujaba desde abajo, en el andén.
-        “Buen viaje”, les dije, con toda la sinceridad y autenticidad que pude reunir.

Realmente me sentí bien porque, por una vez....otra vez....esta vez.... había conseguido desmontar a mi ego. Pasé de pensar solo en mi bienestar y en no sufrir daños en mis medias, a sentir su sufrimiento, pobreza, malestar, incomprensión.

Me alivian esos momentos en que soy consciente de esos esquemas del ego, cuando logro hacer una re-interpretación y modificar mis actos. Sin embargo, tengo la inevitable sensación de que en tantas y tantas ocasiones no puedo, no podemos darnos cuenta. Nos es imposible descodificar la verdadera señal y solo nos llegan los mensajes distorsionados.

Pero, al menos, con una vez, con cada vez que la vida se nos demuestra o podemos verla como tal, en ese instante, hemos conseguido la inmortalidad. 





viernes, 11 de marzo de 2016

Momento sauna y follar al alma

Llevo pocas semanas yendo a una nueva piscina. Me cambié de casa y es la que me queda más o menos cerca. He mejorado, sin duda, respecto a la piscina a la que iba antes. Esta tiene la mezcla estética que me encanta, edificio antiguo por fuera e instalaciones ultra-modernas por dentro. Hasta ahora solo había ido a la piscina y nunca había visitado la sauna que se encuentra en las mismas instalaciones. 

Pues bien, el otro día fui con la bolsa de todo el kit de piscina al trabajo para ir nada más salir. Y como llovía bastante, no me apetecía volverme a meter en el agua. Así que dije, este es el día perfecto para conocer la sauna.

Entrego el bono en la entrada y pido que me apunten para la sauna (hay un máximo de 5 personas en cada turno) para el siguiente turno, si hay hueco. La bedela, me dice “pasa si quieres ya, aunque son y diez que creo que hay una persona o nadie y te puedes quedar un poco más para el siguiente horario”. Loca de alegría por no tener que esperar, me dirigí con paso rápido a la puerta. Me moría de ganas de entrar.

Entro y veo que no hay nadie fuera, solo veo, a través del cristal, que hay una persona dentro del pequeño y ardiente habitáculo. Perfecto, así me quito la ropa tranquilamente, pienso. Me voy quitando todo y, por fin, las gafas (para piscina y estas cosas, tengo que renunciar a las lentillas,jo). Vuelvo a mirar a quien está dentro, porque me surge la pregunta de si me voy a entrar con o sin la parte de abajo y quiero saber cómo estará la que está dentro. Pero tampoco quería mirar mucho, no se pensara que estaba mirando algo, oye tú. Finalmente tomé una decisión conservadora y me la quedé. 

Con decisión abro la puerta y me encuentro que el cuerpo que veía (o más bien no veía en ausencia de mis gafas) era el de un hombre de unos 50 años, calvo y con perilla. Y de la parte de abajo, qué decir. Este si que no llevaba nada y estaba sentado con las piernas tan abiertas que no se puede ya decir espatarrado sino quasi-espagar.

Inmediatamente, pregunto o casi rebuzno en grititos, “pe-pe-pero esta no es la sauna de las chicas??” y después, me viene un pensamiento de que… será mixta y le vuelvo a decir al buen hombre “o es mixta??”

El hombre muy tranquilo y con una sonrisa me responde, “la de las chicas es la puerta de enfrente”. Ahora entiendo todo. Yo di por hecho que la sauna de las chicas era la puerta contigua a los vestuarios de las chicas y viceversa, y entré directamente sin mirar el cartelito. O incluso, mirándolo dando por hecho que era el de las mujeres. Porque lo lógico sería que la sauna de mujeres estuviera al lado de sus vestuarios. Y la de los chicos, junto a los suyos. Pero no, estaban cruzados. Ante este fenómeno dos preguntas:

-        Quien diseña eso? Y por qué toma esa decisión un tanto ilógica? Por pura ineptitud? O simplemente no se pensó en ese detalle.
-        Por qué yo lo obvié?y realicé un acto dando por hecho una decisión externa sin observación ni pensamiento internos. Actos automáticos. 

El caso es que el hombre muy amable, me dijo finalmente, "pero puedes quedarte". No te fastidia, pensaréis. Pero no, yo lo vi muy natural. Y ahí estaba yo, con mi mini-toalla anudada a la cintura, pechos al aire  y pensar que me tenía que volver a vestir para ir al otro extremo del pasillo a la sauna de mujeres… Uff. Para eso sí soy más vaga y coherente conmigo que correcta socialmente o moralista. Le dije, “pues sí, me quedo, total van a ser 15-20 min que es lo que voy a tardar en vestirme e ir a la otra” 

Y allí me quedé. Intercambiamos las típicas frases del momento… “si hubiera sido a la inversa y un hombre entra en la de las mujeres, se monta” “que volviera cuando quisiera, jeje”. Después, entró otro hombre también de 50, este en bañador, un poco gordito y dije “es que me equivoqué y me voy en 5 minutos, no quiero molestar”. “Nada mujer, lo malo que no has coincidido con chicos de tu edad que ya que estabas”…

Bueno y en esa línea agradable-humorística fueron pasando mis minutos en la sauna de los hombres. Fui a ducharme y me alivió que la ducha tenía puerta, así que como alma que lleva el diablo me di una ducha rápida y  vestí como pude en el baño. Al salir el primer hombre también ya se había duchado y se estaba terminando de vestir. Y me dijo que si tenía novio, le dije que sí. “Estás mejor desnuda que vestida”. Esta frase me la han dicho casi siempre mis amantes.. Y siempre me he preguntado si es algo que siempre dicen las amantes como piropo (que no sé, porque yo nunca la he dicho.. .o por lo menos no lo digo como piropo o cumplido) o es realmente cierto. Yo realmente lo pienso, que estoy mejor desnuda que vestida. Es una pena que no pueda ir caminando por la calle así. O, tal vez, es que mi cuerpo era para estar por la selva o en un lugar utópico para pasear como dios nos trajo al mundo. Cada vez lo pienso más. Aquí no se está bien con tanta ropa y tantas capas y estados externos (metro, oficinas, etc.)

Después pensé si había hecho bien en quedarme o tenía que haber tomado la decisión de irme a la de chicas. Y que muy pocas mujeres lo habrían hecho. Yo no lo dudé ni por un momento. Me quedé en la de los hombres porque no me importa lo más mínimo lo corporal. A ver, me importa mucho el cuerpo, lo intento cuidar, mimar, escuchar, darle placer… Me refiero a las diferencias de los genitales, me dan igual. Tampoco me quedé, como pensaría una hetero, para que me hicieran la ola o me sintiera mirada y/o admirada. Sencillamente me pareció lo más sencillo y no me importaba nada estar en tetas y al lado de un tio espatarrado con su super polla. Fue muy agradable estar con ellos, la verdad. Seguramente hasta más que si hubiera coincidido con varias mujeres que siempre están hablando de chorradas o criticando.

Y siempre me han interesado más las almas que los cuerpos. O si quieres, la preciosa unión entre ambos. Jamás me ha despertado deseo un “cuerpo solo”, tengo que sentir algo. Y ese algo que tengo que sentir es el alma. Ya sea por la voz, un gesto… o a veces un no-se-sabe.  Realmente tengo que estar prácticamente enamorada para practicar el sexo. Si no, para qué? Tengo que sentir algo fuerte para sentir el fuego del sexo y follar bien. Si no siento el alma me da pereza follar y lo hago mal.

Tengo que follar con el alma y follar al alma.