martes, 23 de febrero de 2016

Game Over

Siempre he sido algo adicta a los juegos de encajar piezas, tetris y similares. En su época de moda, que estaba en el instituto, mientras algunos y algunas se piraban para jugar al mus, yo pertenecía al grupo de las monedas de 5 duros para el tetris. Nunca llegué a ser demasiado buena, tal vez por eso, seguía y sigo enganchada. Supongo que todos seguimos enganchados a lo que se nos da mal, a lo que no hacemos con soltura y maestría e intentamos que la práctica nos ayude a mejorar.

¿Tal vez por eso nos aferramos a amores en los que no somos felices pensando que puede haber alguna manera de encontrar el equilibrio y la plenitud en esa pareja? Que puede que todo es porque no tenemos la habilidad necesaria y debemos practicar más. Que hay una forma en que todo encaje y debemos encontrarla…O igual con los trabajos que no nos gustan o pensamos que no encajamos y queremos encontrar la manera de hacerlo.

La verdad, a veces veo a personas mucho menos inteligentes que yo que toman las decisiones muy rápido cuando algo no les cuadra. Y yo me obceco en encajar las piezas durante un tiempo.  La mayoría de las veces, luego me doy cuenta de que si hubiera abandonado en el momento inicial habría sido mejor. Porque el tiempo dedicado a intentar que todo encajara no mejoró nada o incluso empeoró. 

No sé, creo que lo tomo como un reto intelectual. La gente me dice “pero deja ya a esa tía”, como aguantas esas cosas. Pero en realidad para mí no es aguantar. Para mí dedicar más tiempo a una relación no es estar enganchada a ella, no afecta a mi autoestima o bienestar psicológico. Simplemente me da cosa abandonar el juego sin haber aguantado otra partida más. Porque estoy convencida de que, en todo, hay una forma de encajar todas las piezas y solo hay que encontrarla para que todo funcione. Si no sucede, si algo no funciona en mi vida es mi total responsabilidad, es porque no encuentro la forma.

Así que así sigo, enganchada a estos juegos.

El caso es que ahora tengo app en mi Android en la que tengo 3 elementos o figuritas para encajar en un enjambre de huecos. Si coloco una, pues vuelve a salir la tercera para volver a tener 3 siempre disponibles. El caso es que me fastidia que cuando uso una y con las dos que me quedan en ese momento no hay más posibilidades de que entren en los huecos que quedan, aparezca GAME OVER, aunque la tercera que ya esté saliendo sí encajaría y por lo tanto no sería game over y podría seguir jugando. Pero me cortan la jugada cuando me está saliendo la pieza perfecta para ganar seguir jugando o superar mi record. 

Me fastidia porque igualmente pasa muchas veces en la vida. Que cuando has entendido todo, cuando ya podría cuadrar todo, ya no tienes la oportunidad de jugar la partida. Y es que la vida sigue su curso, su ritmo, sin importarle el tiempo que tú necesites o las piezas que tengas para seguir jugando.Tu partida no es la misma que la de tu chica, la de tu familia o la de tu empresa, tus amigos…. Así por mucho que nos esforcemos en ganar rapidez y habilidad en nuestros tetris particulares, la vida no es solo nuestra partida, sino que en un momento, en una pareja, en una empresa… se están simultaneando muchas partidas más. Y el encajar todas mis piezas en un instante de mi vida, no garantiza nada.

. ¿Será así en la muerte? ¿Tendremos la pieza perfecta ante nuestros ojos para tener la partida maestra, para entenderlo todo y poder vivirlo plenamente y nos cortarán la jugada?



Bueno, me consolaré con lo de que, al fin y al cabo, en todo,  la práctica ayuda. J





domingo, 7 de febrero de 2016

Lo malo

De cuando consigues algo (o alguien), es la pregunta que inevitablemente viene después ¿y ahora qué?

Ahora qué pasa. Tanto para esto?


Y no porque el reto conseguido no aporte un poquito de felicidad o colme ligeramente nuestros apetitos, sean los que sean. 


Es que nos quedamos sin objetivo, sentimos de nuevo el vacío que tira de nuestro pecho como un perro rabioso. 


Ya sé, ya sé, sr. Gautama, el sufrimiento y el vacío de los humanos provienen del deseo. El buscar incesantemente un objetivo no es más que el círculo vicioso que acaba generando siempre insatisfacción. Pero oiga es que para ir a meditar, a hacer yoga o a comprar naranjas hay que tener una mínima intencionalidad, vamos que un poquito de deseo. No me veo vegetando (curioso palabro, vegetar, quien lo inventaría?, a mí me pega más con un significado que fuera, vivir entre vegetales).. 


En fin, por eso, tal vez, me gustan tanto los estados inacabados, los puzzles sin terminar, las ventanas sin cortinas(siempre aún por poner), los huecos para cuadros que nunca son ocupados, las no-etiquetas en las relaciones sentimentales.. Todos esos momentos que pueden serlo todo, y que al mismo tiempo no son nada. Son guiños a la ilusión porque no han culminado aún. Están por llegar. Lo que en la escatologia cristiana se diría, está aquí pero todavía no ha llegado. 


Porque cuando realmente culminamos algo, finalizamos, ocupamos, etiquetamos, conseguimos, conquistamos, ganamos, obtenemos.. es, al mismo tiempo, su fin.