martes, 15 de marzo de 2011

Roles

El otro día me hizo sonreir ver, en un centro comercial, a una niña de unos siete años que llevaba de la mano y guiaba a su madre ciega.

Me imaginé un sentimiento de orgullo. El orgullo de la niña por haber llevado a su madre por la vida. Y lo orgullosa que iría la madre, a lo largo de los años, con su hija.

En la vida vamos teniendo distintos guías, maestros y apoyos. Y está bien cambiar los papeles. Que el hijo guíe a los padres. Y que los alumnos enseñen a los profesores. Mi profesora de teatro aprendió de mí, que seguro que existe alguna mariquita cuadrada y que la voz solo sale nítida desde los pechos enamorados. A mi maestra de yoga, a no preocuparse si tosía mientras meditaba. La tos no siempre es provocada por la mente para joder. Y a mis padres les he enseñado más cosas que ellos a mí; para eso ya me hicieron de buena calidad y me mostraron, con sus actos, cómo adorarles.

domingo, 13 de marzo de 2011

Una historia

No recuerdo quien me contó esta conocida historia. Creo que fue mi profesora de teatro.

Un hombre que tenía sueño se disponía a ir a dormir y quería que todo fuera perfecto. Decidió poner sábanas limpias y recién planchadas. Cuidadosamente puso la sábana bajera, pasando repetidas veces la palma de sus manos sobre ella para que quedara lisa y sin ninguna arruga. Después, la sábana de arriba doblando meticulosamente el embozo. Ahuecó durante largo rato la almohada de plumas hasta que adquirió la textura de una nube esponjosa. Abrió la ventana para que la habitación tomara el olor del aire fresco de los árboles. Mientras tanto, buscó entre sus cajones su mejor pijama. Se lo puso despacio. Fue a la cocina a tomar un vaso de agua mineral. Se lavó las manos, frotando dedo por dedo. Se echó colonia. Volvió a la habitación. Cerró la ventana. Colocó los libros que estaban encima de la mesa. Se quitó las zapatillas. Se metió en la cama. Apagó la luz. Y se dio cuenta de que ya no tenia sueño.

viernes, 11 de marzo de 2011

Favores

Parece que fue ayer cuando viniste con tu cara roja a pedirme ese favor. Nunca pido favores, me dijiste, pero esta vez lo necesito realmente. Jamás me niego a hacer favores, pero esta vez, era algo que realmente me iba a costar. Cuando me lo dijiste, yo también acabé con la cara roja. Y eso que, en ese momento, ni siquiera imaginaba lo que iba a ocurrir.

Vale, pero no me metas prisa, te advertí. Te he dicho que esto me va a costar. Espero que, por lo menos tú me ayudes.

Haré lo que pueda, respondiste.

Ahora recuerdo las risas y lágrimas de después.

martes, 8 de marzo de 2011

Mi jefe

Queridas todas.

No soy muy partidario de ciertas celebraciones, hay cuestiones que no se deberían reivindicar nunca. Pero el mundo, a Dios gracias, no es perfecto y es necesario recordarlas, especialmente a ciertos cavernícolas que andan sueltos.

No me considero feminista, pero si un defensor de la igualdad de derechos de “todo ser humano”. Hoy toca recordar a las mujeres y por supuesto que lo hago, aunque lo importante es hacerlo todos los días, con hechos y no solo palabras…. y para demostrarlo mañana os invito a comer.. J (lo tenía previsto para hoy pero se nos ha cruzado con la visita de los franceses).

Lo dicho, a seguir en la brecha y que dentro de 100 años las hijas de las hijas de nuestras hijas.. no tengan que recordar este día.

P.S.
Cécile a ti te invitaré otro día J

09:03

Respiré profundamente cuando vi el reloj en la pantalla de mi portatil. No sabía muy bien cómo había podido llegar perfectamente vestida y a salvo, tras el fin de semana de alcohol, dance y desenfreno. Ya. Lo había escrito hacía unos días. Puta bocaza...

Cuando monté en el vagón del metro llevaba una mezcla de cerveza, mojitos, paracetamol, red bull y mi lluvia de ideas. Me pongo el MP3, no sé si estoy despierta, o aún soñando. Veo que un hombre me está mirando con sonrisa pícara (o de salido) al otro lado del tren. Al instante miro al otro lado, y veo a otro con la misma expresión. Pienso, me sonrien porque yo voy sonriendo. Y ya veo a uno a mi lado, con la misma cara.  De repente me acuerdo que llevo un jersey negro escotado y me miro el pecho inmediatamente porque se me ocurre que igual se me ha salido una teta y por eso todos me miran con esa cara. Negativo. Pero en ese movimento de mi cabeza hacia abajo para mirarme el pecho, el que me estaba mirando hizo lo mismo. No es tan raro eso de que se sufran desnudos parciales en el metro en hora punta. Con tanto empujón, meneo y frotamiento, te desplazan las entretelas, los refajos y las enaguas. A mí alguna vez me han abierto algún botón de la camisa, con la espalda, pasando delante de mí. Pero no, esta vez no me habían desplazado el jersey. Creo que miraban mi cara de  empanamiento total por la lluvia de ideas.  sonrisa floja (fruto de los mojitos) y felicidad absoluta (fruto de la cerveza). Si los alcohólicos, lo serán por algo. Aunque en el trabajo me decían que tenía cara de haber echado un polvazo.  

jueves, 3 de marzo de 2011

The news

Hay días en los que, sin motivo aparente, se suceden las malas noticias. Se agolpan, se amontonan, se empujan unas a otras peleando por el protagonsimo absoluto.

Se camina por la calle, con la cabeza alta, sonriendo. Todo va bien. O más bien, no es que todo vaya bien, es que no hay ninguna alarma demoledora. No hay ninguna mala noticia. Es un día tranquilo, día zen. Paz y amor, qué guapa soy y qué tipo tengo.

Pero un mínimo detalle, un acto fallido se puede convertir en un punto de inflexión catastrófico. Hoy me ha venido en varios momentos a la mente la imagen de una mano tirando del horizonte y dándolo la vuelta, como cuando tiramos de una sábana, puesta en la cama, hacia atrás. Lo que estaba arriba ahora está abajo. Son las reglas del juego. Cuando estamos bien, estaremos peor. Y cuando estamos mal, estaremos mejor.

Las malas noticias por el trabajo desilusionan.
Las malas noticias familiares, golpean.
Y las malas noticias por algo que no entiendes, se quedan alojadas en el pecho, esperando..no sé..la respuesta..la clave para resolver el acertijo y que las puertas de la cueva se abran.

En fin, que ha sido un día de malas noticias. Menos mal que no tenía cita con el médico, me habrían dado tres meses de vida.

Siempre, en momentos adversos, embellezco notablemente (aunque ya es difícil superar el estado habitual). Yo lo noto. Y mis amigos me lo dicen. Primero, porque conscientemente no me permito el menor matiz de derrota. No podría mirarme a un espejo y ver a una persona vencida. Al contrario, es mi mecanismo consciente-inconsciente de ganar la batalla. Pase lo que pase no va a poder conmigo. Nunca voy a ser-parecer una persona marcada por unas posibles circunstancias externas adversas. La belleza como mecanismo de defensa, o adaptación. También puede ser porque, como nunca lloro, las lágrimas no expulsadas, acumuladas y evaporadas, aportan una mayor hidratación y otorgan una halo luminoso a mi rostro. El dolor me embellece.

Pase lo que pase ahi fuera, yo sigo estando (pareciendo) maravillosa de la muerte. Vamos, lo que toda la vida se dice, a mal tiempo, buena cara. Y fin de semana de alcohol, dance y desenfreno...

martes, 1 de marzo de 2011

Desde el Café Iruña

En Bilbao. (Gracias E, me ha gustado mucho este lugar. Lástima que no tuviera tu móvil, al final voy a estar más de un par de horas sola y podríamos haber tomado café, mi compañero salió hace un rato hacia Barcelona) 

Mi tren sale en una hora.

Día de lluvia y gris. Pero a pesar de eso, me ha encantado Bilbao. Me gustan mucho las ciudades del norte. Me gustan las chicas de aquí, su energía, su expresión.

 
Ay, hace muchísimos años que dejé de fumar y me apetece tanto encender un cigarrillo. La primera calada, la taza de café solo sin azúcar y el vasito de agua. Tal vez, porque este cafetín se parece mucho a los de mi ciudad, a los de mi pasado. O puede que, como dicen, seguimos siendo fumadores durante toda la vida. Como los alcohólicos. Así que, en este preciso instante, en que no echo de menos a nadie de este planeta ni del universo, anhelo y, casi saboreo, la primera caladita de un cigarro. ¿Me importan poco las personas? ¿Me gustaría estar aquí con alguien? ¿O preferiría tan solo la compañia de un cigarrillo? Sí.

Pero para pasear, una mano. Y en la habitación, un cuerpo frío-ardiente.  El cerebro, lo dejamos para después. Conozco muchos cerebros y pocos cuerpos. Tengo que igualar el porcentaje.