martes, 2 de diciembre de 2014

Papá, en el colegio me dicen que parezco un señor mayor


Tomás entró después de su padre. 


Difícil no ver sus gafas aunque estuvieras en la otra punta del vagón, o en otro vagón o en tu casa desayunando. 


Las gafas verde fosforito, de pasta o plástico, no sé bien. Más que grandes, monstruosas, ocupaban gran parte de su cara, sus cejas, su pelo y practicamente invadían el aura de todos los que estábamos allí. Los cristales, dos ventanas al desconocido mundo de las matemáticas, el inglés y las broncas de sus padres. 
 Su padre viste mono azul de fábrica de toda la vida con chaleco de plumas gris oscuro. Mira a Tomás en silencio y es imposible averiguar si esta viendo realmente a su hijo o al artefacto que luce (o más bien, desluce) en su cara. Piensa, "igual me he pasado al comprarle esas". 


Tomás antes llevaba unas gafas de pasta negra al estilo Ray Ban. Él es muy tímido y se pone muy serio, y siempre viste de colores oscuros como su padre. Todas las tardes, cuando volvía del colegio repetía en casa, que en el colegio le decían que parecía un señor mayor. Y su padre tenía que escucharlo mientras calculaba si llegarían a final de mes y encima el coche se ha estropeado y su mujer piensa que puede estar embarzada. 


Una tarde fue a buscar a Tomás al colegio y el niño se lo volvió a repetir, "papá, me han dicho....". No le dejó terminar la frase, le cogió fuertemente de la mano y dijo ahora mismo vamos a la óptica. 
  - Así que no quieren unas gafas serias.  Estas son muy alegres y con ese tono verde tan divertido, no lo va a llevar un señor mayor. Es un modelo precioso para un niño...  


 Ahora a Tomás lo llaman semáforo 


Aunque él ya no dice nada



















miércoles, 19 de noviembre de 2014

Are you strong?


Está mirando hacia abajo y ladea la cabeza hacia la izquierda. Los estudiosos del tema dicen que al mirar a la izquierda estamos recordando. "Manu, cuando estoy mal necesito una persona como yo, alguien más fuerte"Le venían una y otra vez las mismas palabras. 





Manuel tiene una delgadez de esas que parecen insanas, hombros hacia delante y torso desgarbado  Hoy viste camisa de cuadros grandes azules de una talla mayor que la suya y pantalones de pana beige, también algo grandes. Tal vez, adelgazó en los últimos meses o es de esa gente que se compra siempre una talla más por si engorda. O porque no tiene conciencia de su cuerpo, de sus verdaderas dimensiones, o no quiere evidenciarlo. No quieren que nada de su cuerpo se vea, no por ocultarlo, ni siquiera llegan a ese paso posterior. El cuerpo sencillamente no existe. 





 Su nariz soporta las gafas desde que tenia 3 años y una curva que cada vez se agranda más se ha convertido en proa de su presencia. Y sus finos labios dibujan un paréntesis cuyas comisuras llegan casi al suelo. 





Mientras intenta sujetarse a alguna barra del vagón, vuelve a mirar abajo y a la izquierda y a recordar una y otra vez la frase que le dijo su novia." Cuando estoy mal necesito estar con alguien como yo, más fuerte".  


"Estúpida, ¿tú qué sabes de mí?", murmura, moviendo esas finas líneas de su boca y apretando los ojos para evitar que alguna lágrima tuviera la osadía de asomarse.
 

En la estación de Avenida de América sube una chica algo rellenita, más o menos de su edad, tempranos 30. Lleva o, más bien, arrastra una caja que apenas puede mover, parece muy pesada. Me pregunto como la habrá podido trasladar hasta allí. Viste una mini-falda vaquera, camisa ajustada blanca y chaleco negro. Ella sí marca y muestra su cuerpo. 




Manuel se fija en ella, logra levantar la cabeza y cambia el semblante. De repente puede pensar en otra cosa y se distrae mientras mira a la chica cómo busca y rebusca algo en su bolso rojo e intenta colocar la enorme caja entre los pies de la gente. Su cara se relaja por unos instantes y logra respirar empujando su pecho hasta que casi logra rellenar toda la tela de su camisa. 



Al llegar a Plaza de Castilla, ella se comienza a incorporar para salir. Le resulta complicado hacerse con la caja entre toda la gente corriendo para salir. La empujan y tiran de su bolso, teniendo que salir sin casi poder sujetar la caja. Manuel está mirando fijamente la escena y tira con decisión de la cuerda de la caja con su mano derecha. Miró a la chica y le dijo: "tranquila, te la llevo yo". 



Ella sonrió y le respondió
 "muchas gracias, qué fuerte eres"


















 


lunes, 17 de noviembre de 2014

Las batallas

Siempre dejan olor a pólvora y sangre seca

Miembros amputados y órganos deshilachados

Gestos congelados, sorna en sonrisas forzadas

Codos y rodillas sin piel tras arrastrarnos días y noches por las zonas seguras para evitar las heridas

Brazos y piernas entumecidos, columna contraída por aguantar la tensión de la defensa ante los golpes

Eternas trincheras de estúpidas convicciones y esquemas inamovibles

Hastío

Hastío

No hay ganador ni perdedor

La única batalla es con y contra nosotros mismos

Luchamos por nuestros territorios desconocidos

Por conquistar aquello que nos convierte vulnerables

Por dominar el punto que nos vuelve débiles

No aceptamos la debilidad y luchamos

¿Por qué?

¿Es solo un afán de crecimiento?

¿Un mandato de nuestros antojadizos egos?

¿Es el instinto básico de aferrarse a la vida, a la supervivencia?

¿O no es más que destrucción?


Pd. Una vez luché por algo que ni siquiera deseaba





domingo, 2 de noviembre de 2014

Llegó con el pelo mojado


     - Estoy por Gran Vía por si te quieres pasar –  escribí a las 3
     - Acabo de salir del gimnasio y tengo que ir a casa a cambiarme y a comer, llegaré como pronto a las 5 – respondió ella
     - Ok, nos vemos en Callao
     - Me da tiempo a llegar a las 4 y media! – dijo un poco más tarde
     - Genial, qué rápida eres! :-)

A las 4:30 en punto me enviaba el whatsapp de que ya había llegado. Tras los dos besos y abrazarla suavemente pude rozar su pelo, aún húmedo…

Un cabello húmedo trae la frescura del agua de mandarinas
Urgencia de aires con olor a manzanas que las ramas no quieren abandonar
Pétalos de rosas secas tras ser adoradas días y días por Febo espléndido 
Hojas verdes alargadas con gotas minúsculas que hacen de espejo a los ojos ingenuos
Vuelo de almas y desplazamiento de tierras

Cabello húmedo

Sin conocimiento de su esencia
O, tal vez, sí
Manos que lo acarician, se confunden, entrelazan y se pierden
Y jamás vuelven a salir, ni encontrarse
Perdidas allí para siempre

Campanillas, violines, arpa y oboe
Seda blanca y terciopelo rojo

Último hálito
Primer aliento



miércoles, 29 de octubre de 2014

Desde el Café Iruña II, costumbres versus sorpresas

Al entrar recuerdo que hice la misma pregunta al camarero con pajarita de la barra ¿podría tomar un café? Y el camarero (otro imagino, o tanto no recuerdo) respondió más o menos lo mismo.. – Pasa a ver si hay sitio. 

Una pregunta un poco tonta en un café, si se puede tomar café. Pero en el Café Iruña se sirven comidas, pinchos, chupitos y demás. Y, ya se sabe, que a determinadas horas uno no puede sentarse así como así, o las mesas están dedicadas a los altos comensales de Bilbo.

El caso es que pasé y vi la misma mesa en la que estuve sentada hace 3 años. Como entonces, pedí en la barra y puse mi maleta al lado derecho, del que saqué el portátil.
Aquel día llovía y era un día típico gris. Hoy tras un largo paseo por el casco viejo llegué prácticamente sudando los benditos 28 grados. 

Igual que entonces, estoy acompañada por un café solo y un vaso de agua. Con la diferencia de que hace un año dejé el café. No por nada, en realidad. La tendencia de nuestra época a cuidarse y la personal a quitarme cualquier sustancia tóxica que no sea estrictamente necesaria. Ya se sabe que el café es una de las sustancias que más controversias desata entre defensores y detractores. Y yo ni entro ni salgo, vamos que lo dejé y punto.

Por el contrario o, tal vez, justamente por eso, unos meses después empecé a fumar “a lo tonto”. Es decir, con caladitas, luego gorroneando cigarros a cercanos y lejanos y acabando por llevar mi propia cajetilla durante el verano. Así que ese cigarro que echaba de menos en el anterior post, lo disfrutaré ahora plenamente. Además, del café ya mencionado. Y esperate no me pida un chupito para hacer el completo.

Hay decisiones de una mujer cuando es una mujer, que no tienen que ver con contemplaciones de las sustancias tóxicas. La conversación que acabo de tener con mi jefe ha sido lo más tóxico de hoy.

Y terminando mi asociación o flashback con el post de hace tres años en el que decía que no echaba de menos a ninguna mujer… Pues diré, que una mujer hizo que todo mi mundo girara cien mil millones de veces a cien mil millones de kms por segundo. Y que, tal vez aunque nunca la eche de menos, siempre la llevaré en mi pecho. 

Pues eso

Costumbres y sorpresas

Todo cambia

Y todo es lo mismo


http://martahora.blogspot.com.es/2011/03/desde-el-cafe-iruna.html




domingo, 26 de octubre de 2014

Anna

Es la jefa de Carles y Directora de Administración. Tuve oportunidad de conocerla el año pasado y me dio que podía ser del gremio, tenía algo de pluma. No me gustó fisicamente, no me transmitió nada especial. Me parecio un estilo muy tosco en cuanto a su pelo, ropa, gordita pero sin gracia... Lo que sí, es que nos comunicábamos muy bien, de forma muy directa y como si nos conociéramos de toda la vida. 

Este año tenía ganas de volver a verla porque sabía que ella tenía todo el peso en la decisión y que, al no gustarme, yo manejaría perfectamente la situación con ella. Si me gusta alguien, me altero facilmente, me pongo demasiado nerviosa y hasta, a veces, pierdo toda la seguridad que poseo en otros ámbitos y que debo, casi obligatoriamente, mantener en  mi trabajo. Hasta ese momento, todo bien, yo tranquila, debo cerrar todo con Anna y Anna no me gusta nada. 

Preguntamos por ella y por Carles, y mi compañero y yo nos quedamos esperando en un hall del Palacete que, ahora era edificio de las oficinas. 

Tras unos 5 minutos, veo a una mujer bellísima que baja las escaleras que estaban situadas frente a esa entrada. Qué bajada, mon dieu! Ni Madonna y Norma Duval juntas en sus mejores tiempos. 

Siempre he pensado que el amor (o la atracción) se despierta en un segundo. En un movimiento, en un instante que te cruza el cerebro, el corazón y/o el coño. Ese flechazo que te despierta alguien y nadie más en el universo...

Pues Anna me despertó eso bajando las escaleras... 

Dudé al principio de que fuera ella porque había cambiado muchísimo. Y me quedé alelada mirándola pensando ¿es o no es? Hasta que ella, por fin dijo, Marta! Y nos fundimos en el suave abrazo que va acompañado a los dos besos de rigor. Acto seguido, hizo lo mismo con mi compañero. 

- Ahora baja Carles, vamos a la sala de reuniones - comentó

Su aspecto había cambiado muchísimo. Había adelgazado, su estilo de ropa impecable ahora; seguro que visitaba asiduamente la peluquería con un tono con mechas rubias muy marcadas y peinado posiblemente el día anterior. Y lo que me encantó fueron sus cejas; también muy marcadas, de esas que suben hacia arriba... El conjunto la convertía en una mujer muy, muy atractiva. 

En la reunión, me concentré como pude. Miraba sus cejas, su pelo, sus manos, sus pechos, la parte de sus muslos que dejaba ver la enorme mesa de madera maciza. Miré y remiré varias veces un anillo que llevaba, intentando ver si detrás tenía alguna alianza... 

Debo decir que, que yo me enterara, ella no me miró para nada a pesar de que yo iba bellísima con mi vestido rojo... Y el que no me quitaba ojo era Carles. Él estaba todo el tiempo haciéndome preguntas mientras intervenía mi compañero. Y me sentía como en el cole cuando te preguntaba el profesor y tú no habías estado atento y respondías cualquier cosa o palabra que la pregunta contuviera, intentando disimular. Si yo solo estaba mirando las tetas de Anna... Joder, como una vieja verde... 

Así que, veremos... Creo que tendré que verla, al menos una vez más... Y la verdad, yo soy de las que piensa que algo tiene que hacer cuando siente eso por alguien. No se siente tantas veces en la vida (por lo menos yo...que para que me guste alguien) y no se debe dejar pasar. Pero tampoco quiero meterme en un lío..

Ayyy con lo traquilita que estaba yo con mis negociaciones con Carles. 

Pd. No soy una persona superficial porque el año pasado no me atrejara Anna y este año sí, con su cambio de look...





martes, 21 de octubre de 2014

El que la sigue, la consigue

En unas horas, después de tres años, conseguiré cerrar una operación. 

Sí, soy perseverante, cuando me planteo un objetivo lo persigo hasta el límite. Si no lo logro, es porque realmente no hay forma humana. 

Mi jefe dice que soy una pitbull, cuando encuentro a mi presa, no la suelto hasta que es mía. Cualidad muy importante, creo, si te dedicas a las ventas y en entorno de multinacionales y grandes grupos empresariales. 

Y, en definitiva, creo que es importante para todo tener constancia, perseverancia y hasta esperanza. 

Así que en un rato veré a Carles que, salvo imprevistos, firmará la propuesta. 

Hoy vestido rojo para Carles (y para su compañera Anna... quien sabe)

Pd. Aprovecho para hacer flashback... 


http://martahora.blogspot.com.es/2011/01/hoy-dentista-y-manana-barcelona.html

http://martahora.blogspot.com.es/2011/01/carles-report.html





domingo, 19 de octubre de 2014

Hasta que la vida se rompa*

Ayer, en mi trayecto de ida y vuelta a la piscina y en una esquina por la que paso habitualmente, me encontré esto.




Realmente ya parece un Expediente X la caída de árboles en Madrid y me sorprendió que un árbol se parta literalmente, que su vida se rompa sin motivos aparentes externos o meteorológicos. Un árbol que se cae enterito y que dobla la farola, desde luego se habría cargado a cualquier viandante. Tal vez, afortunadamente, fui más tarde a la piscina por la resaca que tenía. Y  mi vecina salió antes a por el pan, porque se iba al Retiro (claro que allí, le podía haber caído otro por el ébola de los árboles madrileños) 

Un instante y la vida se rompe.

Pero también la vida se nos rompe todos los días.
En las miradas y sonrisas no correspondidas. 
En los esfuerzos que no consiguen su objetivo.
En las lágrimas de rabia por las injusticias.
En los sueños amputados.

Suspirar, respirar, gemir y gritar.

Se nos rompió de tanto usarla. 


Pd.* Frase que aparece en camisetas de la diseñadora Nerea Garmendia


domingo, 5 de octubre de 2014

Algunas veces hay que coger el alma con alfileres

Así de esa forma no la lastimas y
la trasladas con sumo cuidado
al lugar donde crees que has de depositarla
y si no sabes lo que hacer con ella
colócala en la mesa del estudio,

secciónala y en tiras muy pequeñas

la vas comiendo lentamente;

siempre la tendrás en ti y al morir

ella también morirá.

No olvides mascar bien el lugar

de los recuerdos

y dispersarlo por todo el cuerpo,

así cuando te toques las rodillas

recordarás tu infancia

y si alguna chica besa tus labios

recordarás tu primer amor

y en los espejos te verás como eras y no como eres

y eso tendrá sus cosas buenas y malas

y cuando mires la luna la verás

desde el vientre de tu madre

y no querrás salir

y cuando leas un poema lo leerás

desde el lugar reservado al poeta

y cuando navegues lo harás por la

memoria de tus deseos

y tus imposibles se harán realidad uno a uno,

tal como querías…

quién te iba a decir que todo se

arreglaría de manera tan simple.


Ginés Parra



miércoles, 1 de octubre de 2014

Espere a ser amado


Leí, al salir de mi fisio de la rodilla y, sin duda, por la velocidad que siempre llevo porque no sé por qué, siempre llego tarde a todos los sitios a pesar de ir volando y casi traspasando a la gente, como si fuese un fantasma….

Volví a mirar inmediatamente con una sonrisa ( yo soy muy susceptible a la palabra amor y todos sus derivados y formas verbales).

Ohhhh, en realidad ponía  ESPERE A SER LLAMADO

Pero, en todo caso, me pareció la frase perfecta y mi lección de ayer. Era la frase que me enviaba el Universo.

Tanto ir, tanto ir, tanto ir el cántaro a la fuente, al final se rompe.

Así que Mahoma pasa de escalar la montaña a que vaya ella. Si quiere.

O espere a su ser amado. 

O búsquelo, persigalo, remuévalo. 

He ahí la cuestión, querido Hamlet, ¿esperar o actuar?

¿Esperar es, en el fondo, no-ser?

O fumando espero, al hombre que yo quiero...


Pd. En fins, post un poco anárquico y sin conclusión alguna







domingo, 21 de septiembre de 2014

Otoño en El Corte Inglés

Para mí, la entrada en el otoño siempre tiene algo inquietante, algo oscuro y hasta tenebroso.

Abandonar las eternas horas de luz y calor por un gris y negro que van dominando los tonos y los instantes.

El suave pero continuo mordisco de un perro en tu pecho que va tirando cada día un poquito, el tiempo que, también cada día, va comiendo la noche al día.

Se va nuestro estado natural, que no es otro que el lucimiento de nuestra piel y su disfrute del aire, los rayos solares y los ojos ajenos en nuestros hombros. Pies descalzos y manos calientes deseando tocar, tal vez, arena, o hierba o el sexo de nuestro amor.

En estos meses nos encerramos en abrigos, fulares, chaquetas gordas, y más gruesas barreras del alma. Personajes con vestuario obligado en un escenario de luz artificial y decorados con artefactos que intentar imitar el calor. Creo que es la falta de luz natural y la invasión de bombillas, farolas, tubos, leds, etc lo que me da la sensación de decorado, de irrealidad, del mundo en penumbra y sombras de la caverna de Platón y que solo se muestra tal cual es en los meses de luz natural.


Sin olvidar las festividades que acompañan a estos meses y que partiendo de esa aceptación de la oscuridad se acaba buscando la luz de lo que sea (Halloween, Navidad…), hasta de un Mesías que nace.

Tengamos
Busquemos
Arranquemos
Abracemos
Robemos
Añoremos
Deseemos
Besemos
Corramos
Creemos
Creamos
Follemos

Todo para huir de la oscuridad y buscar la luz, como Caroline. 


Pd. No se ha notado nada que soy super solar y que me paso el verano en playas, piscinas, terrazas, Retiros y demás...




lunes, 1 de septiembre de 2014

Heridas

El viernes quedé con mi amiga Cristina para degustar unas copitas de cava en la terraza del Óscar y me dirijo a la escalera mecánica del metro. Voy ligera, llego pelín tarde. Como siempre, ejem ejem.

Cuando me dispongo a poner el pie en el primer escalón de la escalera mecánica para bajar, veo que un señor de pasados 70 años está intentando subir en la escalera de bajada. Se equivocó y, en vez de bajar y volver a subir por la escalera situada a un centímetro (qué fíjate tú lo que iba a tardar, que ni llegaba el tren y, ni que tuviera él una agenda apretada con los agentes de bolsa y directores de los bancos). Llevaba unas bermudas beige, un polo azul marino y sandalias de esas de verano andariegas.

Lejos de renunciar a tal hazaña de subir a contracorriente viendo que lo intentaba y no podía, él se empeñaba mientras yo le miraba esperando, porque si bajaba me chocaba de frente con él, y porque me temía que igual tendría que auxiliarle. Iba a decirle que lo dejara ya, cuando pasó lo que se veía venir. Tropezó y medio cayó, pero al apoyarse con las manos se irguió y ya por fin se resignó a bajar. Bajé tras él y le pregunté ¿está bien?. Mientras se miraba manos y pies, dijo que solo un rasguño en el dedo gordo del pie. Miré y vi un pequeño corte.

-          - Pero hombre haber bajado normal que no tardaba nada.
-          - Ya, es que pensé que me había equivocado. Pero no.
-         -  Pues vaya que le miren el corte e igual se ha hecho daño en el pie aunque no le duela ahora..
-         -  Nooo, no es nada, no sangra

Es verdad, era un corte raro,  no sangraba. 

Entramos en el mismo vagón.

Y me senté frente a una chica guapísima que llevaba un vestido corto. En su rodilla izquierda se veía un amplio círculo rosa en su piel. Seguro que era el resultado de una caída que sangró hace meses. Me fijé porque yo tuve y aún tengo una mancha igual. Tardan mucho en cicatrizar y cubrirse de la piel normal. Son el resultado de aterrizajes forzosos. Pobres rodillas. Si no fuera por las bolsas de hielo y la rosa mosqueta. 

Hay heridas que sangran y dejan señales permanentes.
Otras pueden ir cicatrizando ayudadas de ungüentos, abrazos y caricias.
Otras ni siquiera sangran, porque son por dentro. Y ahí se quedan. O revientan en el exterior.
Hay heridas en la respiración, en las miradas y en los pasos de nuestros caminos.
Heridas futuras que ya intentamos curar antes de que sucedan.
Heridas pasadas, muy pasadas o al punto.
Heridas que mostramos con orgullo de tiritas y mercromina.
O heridas que ocultamos y encerramos entre cuatro paredes.
Heridas de idas y de vueltas.

Todos somos lo que queda de nuestras heridas. 


jueves, 28 de agosto de 2014

La isla de los volcanes

Siguiendo con mi tendencia a mimetizarme y empatizar con las ciudades que visito, en mis vacaciones a Lanzarote me salió un orzuelo. Ya lo estaba incubando unos días antes y al llegar allí, entró en erupción. Por dios, qué cráter se me formó. Y qué dolor. 

Después de unos días ignorándolo (suelo ignorar las cosas negativas hasta que me estallan en la cara, y nunca mejor dicho), mi amiga me dijo, te voy a llevar a urgencias para que te lo pinchen. 

- No mujer, como vamos a ir a urgencias por un orzuelo. 
- Pero es que eso ya no es un orzuelo. 
- Yaa, esto es más que el Timanfaya y el Volcán de la Corona juntos en el punto de máxima ebullición. Mientras no me cobren por un pasajero más cuando volvamos en Ryanair... Voy a ver si con el chorro fuerte de la ducha le ayudo un poco a romper...

Pero nada.. Cualquier manipulación era inútil mientras seguía creciendo..

Así que ese día nos fuimos a ver la Cueva de los Verdes y comimos en Teguise. Y, a la vuelta hacia Puerto del Carmen que era donde nos alojábamos, fuimos al centro de salud. Creo que había tres o cuatro personas esperando pero, nada más verme la de la ventanilla casi grita: pero hijaaa, pasas ahora mismo! Me tomó rápidamente los datos: desplazada de vacaciones, etc.. Y oigo un timbre y veo que una puerta se abre ella sola...

- Ya paso?, pregunté
- Si, miniña, ahora mismo. Has venido sola?
- No, mi amiga está aparcando. (pienso, por qué me pregunta si estoy sola, ¿será grave la mierda esta?)
- La primera puerta a la derecha, guapa. 

(lo de guapa...no sé yo...con este Monte Igueldo aquí en la cara)

Oye qué gozada entrar en el médico y no tener que contarle lo que te pasa y sea tan evidente que con el primer pie en la sala la doctora se levanta 

- Eso hay que drenarlo, túmbate en la camilla. 

Yo mientras intento explicarle... Pues llevo unos días con la crema ya en Madrid, pero en estos días se me ha puesto así...

Ella parece que no me escucha mucho y está sumamente concentrada poniéndose los guantes de latex y en hacerme la limpieza previa a la intervención del ojo, con gasas y suero. 

Veo que coge una aguja y cierro los ojos con todas mis fuerzas.

Agujas en los ojos. 

- Ahora no muevas el ojo. 

Ya te digo. Basta que te digan, no muevas algo para que todos los movimientos involuntarios del cuerpo se pongan en marcha...

- Igual te duele un poquito. (eso no me asusta, mi umbral del dolor físico ((y psíquico))es bastante alto)

Siento un pinchazo pequeñín. 

- "Creo que no voy a poder limpiarte todo porque el párpado se ha inflamado"
- Ay, quítame todo de una vez, por favor, - supliqué

Y empieza a estrujar y entonces sí que me muero de dolor hasta que incluso levanto las piernas de estremecimiento y emito varios ays..

Vuelve a la mesa mientas me incorporo medio mareada. Me entrega el informe y me dice que me dé una crema durante 3 días. Le digo, soy alérgica a la penicilina, ¿podré usar esa crema?

- Pero si me acabas de decir que no eres alérgica a nada
- Perdón, es que me estaba mareando un poco y no me he enterado. 
- No pasa nada. Sí, puedes usar la crema.. Aquí tienes el informe

Tengo que decir que la doctora era guapísima y de lo más dulce... Y que el agua del mar hizo milagros para la curación definitiva. 

Pd. Espero que nadie haya estado ingiriendo alimentos mientras leía el post.. 




lunes, 25 de agosto de 2014

Sweet Heart

Cuando queremos bloquear o anular uno de nuestros sentidos, es sencillo y casi siempre basta con tapar los órganos o apéndices que lo permiten.

Si no queremos ver nos tapamos los ojos o los cerramos bajando las cortinitas de los párpados.

Con el gusto no comemos, no chupamos, no saboreamos. Cerramos la boca.
En el olfato requerimos de la ayuda de las manos, al igual que en los oidos, para salvarnos de un olor desagradable o un sonido horrible. 
Y evitamos el tacto en la omisión de movimientos o esquivando movimientos ajenos.

Podemos conseguir así, con mayor o menor acierto y rapidez, bloquear nuestros sentidos a estímulos externos. A veces, estos procesos son automáticos e instantáneos, pareciendo que fueran órdenes que no han pasado por el cerebro. Todo un  don, esa capacidad de auto-protección ante el mundo exterior hostil. 


¿Pero cómo podríamos evitar sentir? 


¿Es el corazón nuestro órgano encargado de originar y emanar amor? Entonces, ¿cómo lo tapamos, cómo lo protegemos?


¿O es un proceso mental procedente de una asociación de ideas, de una unión de elementos que, precisamente, nos llegan desde los sentidos? Su olor, su voz, la visión de su rostro... En ese caso, bastaría salir a la calle con los ojos vendados y tapones en los oidos. 


Aquí nos damos con la trilogía pensamiento - emoción - acción. Según ese principio, toda emoción viene precedida de un pensamiento asociado a la realidad o situación que se está viviendo, visualizando, percibiendo a través de nuestros sentidos. 


Pero...A mí esa explicación se me queda corta... Racional, desde luego. Pero corta. Y sosa. 


El amor llega directo al corazón, como una mazazo. Una flecha, en definitiva. Ahí, me temo que no puedo decir nada original. 


Entonces, volviendo a la pregunta inicial. ¿Cómo lo protegemos sin que haya bloqueo? ¿Cómo salvarlo sin anular sus capacidades y la luz que puede emanar?










domingo, 10 de agosto de 2014

miércoles, 6 de agosto de 2014

Feliz Cumpleaños en Lisboa II: las secuelas del terremoto


A veces las ciudades transmiten su karma y al visitarlas causan efectos inmediatos.

No podría haber imaginado que tras los agradables momentos con la dulce Beatriz y, a mi llegada a Madrid, se produciría uno de los mayores terremotos de mi vida.


El golpe sísmico de Lisboa en 1755 fue uno de los más destructivos de la historia, falleciendo más de 90.000   personas y dejando a una ciudad próspera que servía de enlace mercantil entre América y Europa, en la más profunda miseria, de la cual no ha terminado de salir. Los daños por las ondas afectaron a varias ciudades   spañolas, como la caída de una torre de la catedral de Valladolid y daños similares en ciudades colindantes,   maremto de Cádiz, Marruecos, etc.. A partir de ese momento, se lanzó el estudio científico de estos fenómenos. Y, social y culturalmente, azotó a las mentes de los grandes filósofos y pensadores de la época, como Kant y Voltaire.

Los mayores daños vinieron tras el tsunami. Durante dos horas, el Océano Atlántico retrocedió dejando visibles todos los restos de cargamentos perdidos, animales y naufragios antiguos… Después, las aguas volvieron para tragarse la ciudad.


La gloria que saboreé en los días de mi estancia en Lisboa no solo estaba acompañada por la sincronía que viví con Beatriz. Eran momentos en que, a mi vuelta a Madrid me esperaba el amor verdadero. La vería dos días después de llegar, para celebrar mi cumpleaños.

Pero absorbo enormemente las energías y karmas ajenos. Y traje en mi pecho la vibración callada que precede a la catástrofe.

Fui demasiado ingenua y no vi las señales de peligro. Cuando, después de meses, las aguas retrocedieron, por fin, ante mis pies y vinieron los sones de caracolas, me quedé escuchando, bailando, riendo…

Lo que te da la vida, la vida te lo quita

Las aguas van y vienen.

Los pescadores me decían que no eran cantos de sirenas, que eran gritos amenazadores, que corriera.

-      - ¿Me quieres y no me has hecho esto?
-      - Lo haré, lo haré, lo haré, estoy llegando de Lisboa. No habrá nada que pueda frenarnos.
-      - Sí, ven ya. Solo deseo besarte y besarte. Eres una mujer maravillosa.
-      - Estoy llegando, estoy llegando, mi amor.
-      - Lo siento, demasiado tarde. O demasiado pronto.
-      - Pero ayer dijiste… Y tenía una sorpresa preciosa para ti
-      - No me gustan las sorpresas con tanta preparación
-      - ¿Al menos te puedo entregar mi regalo de Lisboa?
-      - Lo ves, el regalo lo dice. No hay nada que hacer.
-      - ¿Y mi regalo de cumpleaños?
-      - Lo siento, perdóname, pero será mejor que no hablemos hasta que yo quiera.

Solo recuerdo un zumbido con olor a sangre que atravesó mi pecho y mi cabeza, antes de que la llegada de las olas me descuartizara por completo.

Siempre me ha sorprendido mi capacidad de recuperación o transmutación de las cosas dolorosas que me pasan. Ella solía decir que no era sensible, que no sentía el dolor porque no podría ser tan fuerte. Cuando lo estoy sintiendo  continuamente. Vamos, no es sentir el dolor a lo tonto, que sería masoquismo o trastorno mental Es una una hiper- sensibilidad o empatía con todo lo que sucede a mi alrededor. Tal vez, por eso, aprendí desde hace mucho a sentirlo y a dejarlo ir y no apegarme. De lo bueno y lo malo, sí, bastante zen.

A la orden de “vamos”, mis trocitos se fueron juntando y mi enorme habilidad nadadora me llevó a un sitio seguro. Escribo desde una montaña donde puedo ver la costa, miro el agua en el que floté estos meses y que mis pulmones respiraron del todo en un solo segundo. Y sonrío mientras saboreo aún el sabor de la sal en mis labios.