A veces las
ciudades transmiten su karma y al visitarlas causan efectos inmediatos.
No podría
haber imaginado que tras los agradables momentos con la dulce Beatriz y, a mi
llegada a Madrid, se produciría uno de los mayores terremotos de mi vida.
El golpe sísmico de Lisboa en 1755 fue uno de los más destructivos de la historia, falleciendo más de 90.000 personas y dejando a una ciudad próspera que servía de enlace mercantil entre América y Europa, en la más profunda miseria, de la cual no ha terminado de salir. Los daños por las ondas afectaron a varias ciudades spañolas, como la caída de una torre de la catedral de Valladolid y daños similares en ciudades colindantes, maremto de Cádiz, Marruecos, etc.. A partir de ese momento, se lanzó el estudio científico de estos fenómenos. Y, social y culturalmente, azotó a las mentes de los grandes filósofos y pensadores de la época, como Kant y Voltaire.
Los mayores
daños vinieron tras el tsunami. Durante dos horas, el Océano Atlántico
retrocedió dejando visibles todos los restos de cargamentos perdidos, animales
y naufragios antiguos… Después, las aguas volvieron para tragarse la ciudad.
La gloria que
saboreé en los días de mi estancia en Lisboa no solo estaba acompañada por la
sincronía que viví con Beatriz. Eran momentos en que, a mi vuelta a Madrid me
esperaba el amor verdadero. La vería dos días después de llegar, para celebrar
mi cumpleaños.
Pero absorbo
enormemente las energías y karmas ajenos. Y traje en mi pecho la vibración
callada que precede a la catástrofe.
Fui demasiado
ingenua y no vi las señales de peligro. Cuando, después de meses, las aguas
retrocedieron, por fin, ante mis pies y vinieron los sones de caracolas, me
quedé escuchando, bailando, riendo…
Lo que te da
la vida, la vida te lo quita
Las aguas van
y vienen.
Los pescadores
me decían que no eran cantos de sirenas, que eran gritos amenazadores, que
corriera.
- - ¿Me
quieres y no me has hecho esto?
- - Lo
haré, lo haré, lo haré, estoy llegando de Lisboa. No habrá nada que pueda frenarnos.
- - Sí, ven
ya. Solo deseo besarte y besarte. Eres una mujer maravillosa.
- - Estoy
llegando, estoy llegando, mi amor.
- - Lo
siento, demasiado tarde. O demasiado pronto.
- - Pero
ayer dijiste… Y tenía una sorpresa preciosa para ti
- - No me
gustan las sorpresas con tanta preparación
- - ¿Al
menos te puedo entregar mi regalo de Lisboa?
- - Lo ves,
el regalo lo dice. No hay nada que hacer.
- - ¿Y mi
regalo de cumpleaños?
- - Lo
siento, perdóname, pero será mejor que no hablemos hasta que yo quiera.
Solo recuerdo
un zumbido con olor a sangre que atravesó mi pecho y mi cabeza, antes de que la
llegada de las olas me descuartizara por completo.
Siempre me ha
sorprendido mi capacidad de recuperación o transmutación de las cosas dolorosas
que me pasan. Ella solía decir que no era sensible, que no sentía el dolor
porque no podría ser tan fuerte. Cuando lo estoy sintiendo continuamente.
Vamos, no es sentir el dolor a lo tonto, que sería masoquismo o trastorno
mental Es una una hiper- sensibilidad o empatía con todo lo que sucede a mi
alrededor. Tal vez, por eso, aprendí desde hace mucho a sentirlo y a dejarlo ir
y no apegarme. De lo bueno y lo malo, sí, bastante zen.
A la
orden de “vamos”, mis trocitos se fueron juntando y mi enorme habilidad
nadadora me llevó a un sitio seguro. Escribo desde una montaña donde puedo ver
la costa, miro el agua en el que floté estos meses y que mis pulmones respiraron
del todo en un solo segundo. Y sonrío mientras saboreo aún el sabor de la sal en
mis labios.
¡Vuelve a Lisboa!
ResponderEliminarMarta, ¿amor verdadero? me haces pensar. Vete de vacaciones y vive un amor, verdadero o no. ;-)
ResponderEliminarufffff
ResponderEliminarEl mundo está lleno de gente maja, verdad?
ResponderEliminarSi al menos avisaran de que están locas o que les falta un punto de masurez...
Suerte. Espero que no hayas tenido tiempo de quererla mucho. :)