miércoles, 6 de agosto de 2014

Feliz Cumpleaños en Lisboa II: las secuelas del terremoto


A veces las ciudades transmiten su karma y al visitarlas causan efectos inmediatos.

No podría haber imaginado que tras los agradables momentos con la dulce Beatriz y, a mi llegada a Madrid, se produciría uno de los mayores terremotos de mi vida.


El golpe sísmico de Lisboa en 1755 fue uno de los más destructivos de la historia, falleciendo más de 90.000   personas y dejando a una ciudad próspera que servía de enlace mercantil entre América y Europa, en la más profunda miseria, de la cual no ha terminado de salir. Los daños por las ondas afectaron a varias ciudades   spañolas, como la caída de una torre de la catedral de Valladolid y daños similares en ciudades colindantes,   maremto de Cádiz, Marruecos, etc.. A partir de ese momento, se lanzó el estudio científico de estos fenómenos. Y, social y culturalmente, azotó a las mentes de los grandes filósofos y pensadores de la época, como Kant y Voltaire.

Los mayores daños vinieron tras el tsunami. Durante dos horas, el Océano Atlántico retrocedió dejando visibles todos los restos de cargamentos perdidos, animales y naufragios antiguos… Después, las aguas volvieron para tragarse la ciudad.


La gloria que saboreé en los días de mi estancia en Lisboa no solo estaba acompañada por la sincronía que viví con Beatriz. Eran momentos en que, a mi vuelta a Madrid me esperaba el amor verdadero. La vería dos días después de llegar, para celebrar mi cumpleaños.

Pero absorbo enormemente las energías y karmas ajenos. Y traje en mi pecho la vibración callada que precede a la catástrofe.

Fui demasiado ingenua y no vi las señales de peligro. Cuando, después de meses, las aguas retrocedieron, por fin, ante mis pies y vinieron los sones de caracolas, me quedé escuchando, bailando, riendo…

Lo que te da la vida, la vida te lo quita

Las aguas van y vienen.

Los pescadores me decían que no eran cantos de sirenas, que eran gritos amenazadores, que corriera.

-      - ¿Me quieres y no me has hecho esto?
-      - Lo haré, lo haré, lo haré, estoy llegando de Lisboa. No habrá nada que pueda frenarnos.
-      - Sí, ven ya. Solo deseo besarte y besarte. Eres una mujer maravillosa.
-      - Estoy llegando, estoy llegando, mi amor.
-      - Lo siento, demasiado tarde. O demasiado pronto.
-      - Pero ayer dijiste… Y tenía una sorpresa preciosa para ti
-      - No me gustan las sorpresas con tanta preparación
-      - ¿Al menos te puedo entregar mi regalo de Lisboa?
-      - Lo ves, el regalo lo dice. No hay nada que hacer.
-      - ¿Y mi regalo de cumpleaños?
-      - Lo siento, perdóname, pero será mejor que no hablemos hasta que yo quiera.

Solo recuerdo un zumbido con olor a sangre que atravesó mi pecho y mi cabeza, antes de que la llegada de las olas me descuartizara por completo.

Siempre me ha sorprendido mi capacidad de recuperación o transmutación de las cosas dolorosas que me pasan. Ella solía decir que no era sensible, que no sentía el dolor porque no podría ser tan fuerte. Cuando lo estoy sintiendo  continuamente. Vamos, no es sentir el dolor a lo tonto, que sería masoquismo o trastorno mental Es una una hiper- sensibilidad o empatía con todo lo que sucede a mi alrededor. Tal vez, por eso, aprendí desde hace mucho a sentirlo y a dejarlo ir y no apegarme. De lo bueno y lo malo, sí, bastante zen.

A la orden de “vamos”, mis trocitos se fueron juntando y mi enorme habilidad nadadora me llevó a un sitio seguro. Escribo desde una montaña donde puedo ver la costa, miro el agua en el que floté estos meses y que mis pulmones respiraron del todo en un solo segundo. Y sonrío mientras saboreo aún el sabor de la sal en mis labios. 


4 comentarios:

  1. Marta, ¿amor verdadero? me haces pensar. Vete de vacaciones y vive un amor, verdadero o no. ;-)

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  2. El mundo está lleno de gente maja, verdad?
    Si al menos avisaran de que están locas o que les falta un punto de masurez...
    Suerte. Espero que no hayas tenido tiempo de quererla mucho. :)

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