martes, 28 de febrero de 2012

Y ese día

Me encontraré con la que fue mujer de mi vida durante mucho tiempo y a la que no veo desde hace unos 15 años. Ella estudió filosofía y solía escribir relatos, poemas y hasta novelas que presentaba en concursos y certámenes. Siempre pensé que sería una escritora de renombre, aunque parece que por el momento no lo es.

En uno de sus relatos, describía a algunos de sus amigos y narraba cómo morirían. Así fue como me reflejó a mí:

El chico del pelo cuidado tenía una amiga de pelo infinito. Esta siempre imaginaba la catedral semicubierta por una gigantesca gasa blanca sujeta en los barrotes que había a la derecha por una esquina. La gasa semicubriría la catedral porque el viento la empujaría hacia la izquierda y la ondearía siempre, siempre que hubiera alguien allí en cuerpo o alma. Esto no era posible, porque todo el mundo sabía que el viento siempre soplaba de izquierda a derecha cuando pasaba por la catedral, pero a la chica del pelo infinito le gustaba fantasear así. Una enorme gasa en una noche gigante, todo iluminado por grandiosas lucecitas sutiles desde el suelo y, ella, mirando estática, presidiendo la escena, o quizás bailando, o durmiendo ondeando con la tela, pero reina. Ella siempre era reina porque así era su esencia, y nadie podía decir que todos somos iguales en su presencia; ella había nacido divina, y lo proclamaba sin verguenza, sin prepontencia, con elegancia, desde su mirada tajante y progresiva, según para quien. Ella no se tiraría. Su final tendría que recogerla suavemente. La reina del pelo infinito afirmaba frente a su catedral, altanera, que su muerte sería un paso de baile.

Su eterna distancia acogedora fue lo que apartó del impropio paso a la reina.


La amé enormemente. Fue a la primera chica que besé, en la arena de una playa, una noche de septiembre. Siempre me pregunté si me enamoré de ella por su inteligencia, por su belleza salvaje, su voluptuosidad, su cabello fosco pelirrojo. O porque ella había captado esa esencia en mí (que, por otro lado es cierta, vamos que no era idealización :P). Nunca llegamos a acostarnos, creo que después de los besos que practicábamos ya no nos quedaban ni fuerzas para más. Ahí estaba todo. Era amor puro. Me han dicho que se casó con un chico y no sé mucho más de su vida. También me han comentado que el sábado asistirá a la reunión de los 20 años.

2 comentarios:

  1. un paso de baile... un final redondo ;)

    qué seria la vida sin la magia, sin esas emociones puras

    besito

    ResponderEliminar
  2. Donde hubo fuego cenizas quedan!!!!

    besos

    ResponderEliminar