domingo, 13 de marzo de 2011

Una historia

No recuerdo quien me contó esta conocida historia. Creo que fue mi profesora de teatro.

Un hombre que tenía sueño se disponía a ir a dormir y quería que todo fuera perfecto. Decidió poner sábanas limpias y recién planchadas. Cuidadosamente puso la sábana bajera, pasando repetidas veces la palma de sus manos sobre ella para que quedara lisa y sin ninguna arruga. Después, la sábana de arriba doblando meticulosamente el embozo. Ahuecó durante largo rato la almohada de plumas hasta que adquirió la textura de una nube esponjosa. Abrió la ventana para que la habitación tomara el olor del aire fresco de los árboles. Mientras tanto, buscó entre sus cajones su mejor pijama. Se lo puso despacio. Fue a la cocina a tomar un vaso de agua mineral. Se lavó las manos, frotando dedo por dedo. Se echó colonia. Volvió a la habitación. Cerró la ventana. Colocó los libros que estaban encima de la mesa. Se quitó las zapatillas. Se metió en la cama. Apagó la luz. Y se dio cuenta de que ya no tenia sueño.

2 comentarios:

  1. Ays, yo es que tanta suerte que nunca pierdo el sueño, de todas formas cuando lo tengo duermo y punto, para qué preparativos? me apetece, pues a dormir.

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  2. jajajaj... tu profe, parece una mujer especial. ;)

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