lunes, 4 de agosto de 2014

Feliz Cumpleaños en Lisboa

Aunque han pasado varios días, y como la Navidad, hablar de ello después, no pega mucho y hasta empalaga, me gustaría contar un par de cosas de mi viaje de trabajo a Lisboa.Tenía que estar para varias reuniones con nuestra filial portuguesa el 28 y el 29, lunes y martes. Y como no conocía Lisboa, aproveché para ir el domingo y pasear tranquilamente y conocer la ciudad.

La directora de allí, desde el principio se ofreció a recogerme en el hotel y llevarme a cenar a un sitio típico. Beatriz es una persona encantadora, con una energía de simpatía y buen rollo permanentes. Es de esas personas que, a pesar de haberla visto 2 ó 3 veces, te saludas con un abrazo mientras acompañas los dos besos en ambas mejillas. De esas pocas veces que la había visto, siempre me dio la sensación de que podía entender. Y estaba segura de que tras estos días en Lisboa, tendría más información.

Pues bien, a las 20:00 horas del domingo estaba puntual en la puerta del hotel. Me dio unas cuantas vueltas por lugares que ella consideraba de interés turístico mientras me explicaba datos del bestial terremoto. Mientras, íbamos intercambiando frases de trabajo y opiniones sobre compañeros. Desde el principio, hablaba con total confianza con ella de todos los temas. Tiene el don, al menos conmigo, de hacerte sentir bien.
Entre medias de distintas frases, salió el tema de nuestra edad y de nuestro estado “acivil”: solteras y sin compromiso masculino (en el trabajo estoy armarizada). Tuvo solo una relación masculina durante 8 años y luego nada porque “no tiene tiempo” y se va de vacaciones con amiguitas y estas cosas.

Ella 35 y yo 41. Ella rubia, algo más bajita que yo y un poco rellenita. Yo morena y más alta y esbelta. Ella Aries y yo Leo. Es decir, todos los datos apuntaban a lo inevitable: pareja perfecta. 

Por qué no? Cansada de los mitos de que hay que ver estrellitas que no te llevan a ningún sitio más que a estrellarte. Asumo una visión pragmática del amor. Alguien con quien estás muy a gusto, puedes ser tú misma sin sentirte juzgada y que te provoca deseo. Y ella me lo provocaba. Lo demás son pajas mentales y cuentos de hadas infantiles. 

Yo le comenté que había estado por la mañana en una iglesia   (cuando visito una ciudad me gusta entrar unos minutos en alguna iglesia o en la catedral. No soy cristiana, pero me gusta la estética, el olor a incienso, el silencio, la energía que se respira. Y, sí, me considero espiritual filosófica, con ansias de sentir la trascendencia aunque no ligada a una religión concreta. Y, en todo caso, estaría mucho más cercana al budismo, taoísmo y todas esas disciplinas orientales etéreas… )  y entonces ella me preguntó si quería conocer Fátima. Todo esto, mientras ya comíamos unas almejas en el restaurante típico que estaba a las afueras. La verdad que me encantó la idea, conocer ese lugar tan espiritual y pasar con ella un agradable trayecto en coche con la cena correspondiente.

Y así fue.  Una velada deliciosa en el día anterior a mi cumpleaños. Maravillosa conversación en el camino de ida. Total comunión de almas y sonrisas mientras sonabas las campanas de Fátima. Caminando hacia el templo, una misa en la que llegamos en el momento en que pronuncian “la paz sea contigo, démonos un abrazo". Y yo, algo comedida, le entregué mi mano mientras ella ya estaba posando sus brazos en mis hombros. Durante unos minutos estuvimos solas en el templo. En ese momento se paró el tiempo. El silencio y su presencia hicieron una energía única y casi mística que no olvidaré.

Después fuimos a cenar, lástima que no bebió porque tenía que conducir más de una hora. Estoy segura de que podríamos haber intimado un poco más. Yo sí bebí, un vino que llaman verde. Es una modalidad del blanco con un poco de aguja y menor gradación. Ella alabó la foto de una tortuga que tengo en el móvil porque adora las tortugas. “Qué casualidad, una de tantas”. Y es verdad, que coincidíamos en muchas cosas y, muchas de ellas, muy profundas. Dijo que era muy elegante y sensible y yo le dije que tenía unos ojos preciosos. Hablamos de nuestros padres, de nuestros sobrinos, de la bondad, del sexo, de la evolución animal,... En fin, bastante completa la conversación.  Tonteamos con eso de que si ella hubiera bebido habríamos tenido que coger un hotel en Fátima para volver al día siguiente. 

Cuando regresamos eran ya casi las 12 de la noche del 28, y el 29 era mi cumpleaños. Le volví a agradecer su compañía y las veladas que me había proporcionado en estos días y sobre todo en las horas anteriores a mi cumpleaños. Me dejó en la puerta del hotel y nos dimos un suave beso en la mejilla. Solo uno. Yo de agradecimiento y ella de cumpleaños. 

Hay momentos y días mágicos, con gente única. Momentos que no se repetirán. Y esos son verdaderos milagros. 


9 comentarios:

  1. Marta, hay momentos que simplemente hay que vivirlos. Me encanta eso de visión pragmática del amor. Este post compensa todos los de AVE que me debes ;-)

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    1. Gracias por liberarme de la deuda :-)

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    2. Martaaa, tengo que decírtelo, he leído más de una vez este post. Te luciste con el mejor párrafo de los últimos tiempos (el 5to) de la blogosfera. Es como leer mis pensamientos, hago espejo y sonrío.

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  2. ¡ qué romántico! y ¡ Qué bien narrado!

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  3. ¡Ohhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!

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    1. Encantada y Gracias por pasarte por aquí y ponerme en tu columna de favoritos.Besos!!

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  4. Aunque no fuera a más, se nota que disfrutaste de todos estos buenos momentos. Es un regalo encontrarse con gente que te hace sentir tan cómoda

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  5. Gracias por pasarte por aquí, Nosu, Bss!

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