miércoles, 29 de octubre de 2014

Desde el Café Iruña II, costumbres versus sorpresas

Al entrar recuerdo que hice la misma pregunta al camarero con pajarita de la barra ¿podría tomar un café? Y el camarero (otro imagino, o tanto no recuerdo) respondió más o menos lo mismo.. – Pasa a ver si hay sitio. 

Una pregunta un poco tonta en un café, si se puede tomar café. Pero en el Café Iruña se sirven comidas, pinchos, chupitos y demás. Y, ya se sabe, que a determinadas horas uno no puede sentarse así como así, o las mesas están dedicadas a los altos comensales de Bilbo.

El caso es que pasé y vi la misma mesa en la que estuve sentada hace 3 años. Como entonces, pedí en la barra y puse mi maleta al lado derecho, del que saqué el portátil.
Aquel día llovía y era un día típico gris. Hoy tras un largo paseo por el casco viejo llegué prácticamente sudando los benditos 28 grados. 

Igual que entonces, estoy acompañada por un café solo y un vaso de agua. Con la diferencia de que hace un año dejé el café. No por nada, en realidad. La tendencia de nuestra época a cuidarse y la personal a quitarme cualquier sustancia tóxica que no sea estrictamente necesaria. Ya se sabe que el café es una de las sustancias que más controversias desata entre defensores y detractores. Y yo ni entro ni salgo, vamos que lo dejé y punto.

Por el contrario o, tal vez, justamente por eso, unos meses después empecé a fumar “a lo tonto”. Es decir, con caladitas, luego gorroneando cigarros a cercanos y lejanos y acabando por llevar mi propia cajetilla durante el verano. Así que ese cigarro que echaba de menos en el anterior post, lo disfrutaré ahora plenamente. Además, del café ya mencionado. Y esperate no me pida un chupito para hacer el completo.

Hay decisiones de una mujer cuando es una mujer, que no tienen que ver con contemplaciones de las sustancias tóxicas. La conversación que acabo de tener con mi jefe ha sido lo más tóxico de hoy.

Y terminando mi asociación o flashback con el post de hace tres años en el que decía que no echaba de menos a ninguna mujer… Pues diré, que una mujer hizo que todo mi mundo girara cien mil millones de veces a cien mil millones de kms por segundo. Y que, tal vez aunque nunca la eche de menos, siempre la llevaré en mi pecho. 

Pues eso

Costumbres y sorpresas

Todo cambia

Y todo es lo mismo


http://martahora.blogspot.com.es/2011/03/desde-el-cafe-iruna.html




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