miércoles, 6 de octubre de 2010

Trayecto

AVE- VALLADOLID-MADRID- Salida a las 19:35.

Vuelta de la segunda demo del día. Mañana tengo otra. Acompañada por mi compañero de Barcelona con el que voy a todas las demos. Pareja artística. Dos temas a destacar durante el trayecto:

  • La directora financiera de la empresa donde acabamos de hacer la demo está buenísima. Rubia, ojos azules, unos cuarenta y pocos; alta y delgada en su justa medida. Ella está sentada a mi derecha y mi compañero a mi izquierda. Alrededor nuestro hay otras personas de la plebe, como diría mi lomana. A mi compañero le gustan todas y pienso en los comentarios que haremos cuando acabemos y salgamos de las oficinas. Y yo, mirando el escote. Por fin, comentamos en el tren. Le digo, me he acordado de ti en toda la demo porque sabía que esta te iba a poner muchísimo (y a mí, no te jode). Él dice que sí, pero que no tanto. Que las rubias no le ponen, no le ponen tanto. Que a él las morenas. A mí casi se me escapa que las que más me ponen son las rubias. Consigo dominar la palabra y digo "los rubios". ¿Como quién?. Sting es mi hombre ideal, digo (a ver, en realidad me encanta Sting, me parece muy guapo, un gentlemen, pero ponerme, ponerme..pues no). Si es que cada vez me cuesta más esto de los cambios de sexo léxicos. Creo que me estoy volviendo disléxica por esto, que me trabo al hablar mucho más que nunca. Supongo que cuando un pensamiento no puede ir acompañado de la palabra correspondiente y hay que cambiar una letra al final supone una escisión cerebral, una dislocación del lenguaje. Y de tanto hacerlo, de tanto callar la palabra "novia", "me gustan las rubias, las morenas y las pelirrojas", y cambiarlas por "novio", etc. pues cuando mi cerebro piensa una palabra normal hace ese proceso y me acabo trabando al pronunciarla. Puto armario.

  • Le comento que estuve en mi ciudad haciendo el curso de I Ching y filosofía oriental. Y acabamos hablando de los viajes chamánicos y los chakras. Una amiga suya le había dicho que tenía más desarrollado el chakra de la coronilla. Y le había explicado cómo conseguir realizar un viaje astral. Le tenía que mirar a los ojos a un gato negro y pedírselo con sinceridad (no es coña, aunque tiene toda la pinta). Así lo hizo un día. Y esa misma noche consiguió hacer el viaje astral. Sentía cómo volaba, el aire en su cuerpo y recuerda haber visto detalles de un convento y una fábrica; y a gente. Lo definía como experiencia única, muy muy placentera. Incluso bromeó que esta noche en el hotel prefería tener un viaje astral a echar un polvo con una tía (que para que un tío diga eso..). Y mi compañero no es para nada un friki; tiene cinco casas, gana cinco mil euros, es un eminente profesional y está casado con la directora de una conocida revista. Vamos que si él pidió un viaje astral a un gato. Pues yo le voy a pedir una churri.


2 comentarios:

  1. voy ahora mismo a buscar un gato que tengo que pedirle un par de cosillas... gracias por la información!!!


    besos!

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  2. Y eso que dicen que las rubias son tontas, eh. De eso nada porque yo doy fé!!!
    Qué vivan todas, las rubias, las morenas, cobrizas y un etc de más tonalidades...

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