miércoles, 22 de diciembre de 2010

Mi amiguita invisible

Hoy hemos repartido los regalos del amigo invisible en mi empresa. Nada significativo para mí ahora. Ya que, el primer año, el amigo invisible (amiga invisible) me hizo vivir una bonita (aunque agridulce) historia con una chica.

Las primeras navidades en la empresa en la que estoy, nos dijeron que participábamos en la fiesta y en el regalo del amigo invisible con todo el grupo de empresas (unas 150 personas). A mí me salió el nombre de una chica con la que había hablado en alguna ocasión en el desayuno y en el camino al metro. Vi su nombre en el papel E.M y pensé pues qué bien que me ha tocado esta chica, porque había gente de otras plantas que apenas conocía. Le regalé un pijama que compré en el HM y que se probó mi ex (no la última, la anterior)  porque más o menos EM era como ella en la talla.

Pues bien, llegó el día de la fiesta y cada uno recogió sus regalitos. Y ella recogió su pijama.. Al final de la comida yo me acerqué a su mesa y le pregunté "¿te ha gustado?, pruebátelo, si no te queda bien, tengo el ticket y lo puedes cambiar". Ahí quedó la cosa en la comida. Por la noche, en el pub con poca luz en que estábamos tomando copas estuvimos hablando un largo rato por casualidad. Ella me dijo que llevaba 7 años viviendo con su novio pero que eran una pareja abierta, blabla. Una conversación típica para conocerse. Ella escribe. Y ese día habían entregado en la fiesta una edición de un libro finito que había escrito contando anécdotas de la empresa. Yo le dije que los de nuestra división que habíamos llegado tarde a comer, no teníamos el libro. Y seguimos hablando de otras cosas. Nos fuimos juntas al metro, nos dimos dos besos y nos despedimos.

A partir de ese día, me empezó a hablar de forma muy atenta. Se cruzaba todo el comedor para preguntarme cualquier cosa y sonreía mucho. Yo pensaba, qué maja, cómo le ha tenido que gustar el pijama. Y llegó el séptimo día después de la fiesta y me llama a mi extensión y me dice que nos va a bajar una cosa. Se presenta en mi despacho que compartía con dos compañeros (compañera y compañero) con tres ejemplares de la edición de su libro. Con una sonrisa happy y con los ojos con estrellitas me dice que han quedado para salir algunos del trabajo y que me apunte. Yo le digo que ese día he vomitado y que estoy malísima (era verdad, había vomitado porque iba a quedar a comer con mi ex de entonces y ya se sabe como funcionan estas cosas psicosomáticas). Digo, mira qué cara tengo que he vomitado. Y me dice con su megasonrisa, estás muy guapaaaa. Yo pienso, esta chica está mal, porque con el careto que tengo después de vomitar. Vamos, que hasta yo, que no me entero nunca cuando gusto a alguien, con ella me enteré. Yo y mis dos compañeros. Cuando salió de nuestro despacho, les dije a mis compañeros (en bromas, porque no sabían nada), vaya, parece que he ligado.

Quedamos después de ese fin de semana, un lunes. Fuimos a un bar que está por la calle Carretas. Hablamos muy animadamente. Y, en un momento, ella me dice, "tengo muchas ganas de besarte". Yo le respondo, "me he asustado". Ella repite como cinco veces, perdón, perdón, perdón. Y yo digo, no, "me he asustado porque es mutuo". Casi no habia pronunciado la o, cuando ella ya me estaba besando. Fue muy bonito, teníamos mucha química. Después de unos días, la invité a mi casa e hicimos el amor. Ella estaba muy nerviosa porque era la primera vez con una mujer. Y yo estaba muy nerviosa porque no era la primera vez pero, bueno, había estado con pocas. Durante unos meses, quedamos varias veces para sentirnos en mi casa. A mí me cansaba eso de ir siempre a mi casa y un día fuimos a la suya. Uff, qué miedo, me parecía que podía aparecer el novio en cualquier momento y asesinarnos ahí desnuditas. Y, a partir de ese día, todo se chafó. Seguro que su novio captó algún "rastro" o señal de algo. Entró en el correo de ella y vio nuestros mensajitos de amor. Le pidió a ella la prueba del VIH y ella me la pidió a mí. Sana como una manzana. A mí me van a decir, Teresa de Calcuta. Pero quiso que siguiéramos viéndonos después de ese episodio. Qué lista, ahora que me había hecho la prueba, diría "no la voy a desperdiciar".

Pasó que yo quise romper con ella y ella no. Y luego ella quería romper y yo no. Así que, consecuencia natural, cayó por su propio peso. Ella se compró un coche para no volver a coincidir en el metro, cambió su hora de desayunar y rompió su amistad con un amigo mutuo que teníamos. Algunas veces, nos cruzamos por algún pasillo y nos saludamos. Los ojos le brillan como entonces.

2 comentarios:

  1. Superado? te hizo más fuerte y disfrutaste mientras duró?, pues quedate con eso. Besos

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