lunes, 10 de enero de 2011

Mi lámpara de lava

Rojo, agua y metal.

El fuego derrite el metal. Y el agua apaga el fuego.

La cera tarda mucho en calentarse. Le cuesta. Descansa espesa en el fondo y hace intentos en forma de pequeños montículos perezosos.

La muevo, la giro, la meneo.

Espero.

Miro. Espero. Y vuelvo a mirar.

El volcán va adquiriendo su estado de erupción. Está muy caliente. Muevo. Un columna de lava por fin se erige aún semi-sólida. Se expande. Se divide. Y llegan las pompas líquidas. Movimiento lento. Nadan. Más bien, bucean. Primero dos o tres grandes. Y luego muchas pequeñitas.

El volcán está en pleno funcionamiento. Nutriendo el movimiento y la textura de su lava caliente y húmeda.

Y yo me acuerdo de la canción de La Unión. Ella, ella, ella es un volcán....

(Esto de los finales, ultimamente, ni con calzador)

2 comentarios:

  1. Ah, ya, cómo no lo veo... ;) Pero, claro es lo que faltaba...el aire nutre al fuego...

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