domingo, 5 de septiembre de 2010

¿HAY ALGUIEN?

Todas hemos vivido esa desagradable situación en que estando en el baño alguien abre la puerta sorprendiéndote con las bragas bajadas. POR DIOS!!!!, ¿por qué no llaman? ¿es tan difícil dar dos golpecitos con los nudillos? ¿o preguntar si hay alguien? Y ya no lo digo porque me vean a mí, que todavía mi cuerpo está lozano y depilado. Casi es peor lo que tú puedes ver. Lo que te puedes encontrar al otro lado. Y que, de verdad, es muy fácil de evitar. Yo, golpeo dos veces con los nudillos, y si no hay respuesta, aún pregunto. Pero, seguro, que mucha gente que me ha respondido me lo ha agradecido antes de abrirles la puerta por las buenas.

Pues bien, esta tarde, me dirijo a apurar las últimas rebajas en bikinis. Y, VUELVO, a ir a Calcedonia. Ya había ido y me había estado probando unos modelitos hacía unos días.

Por favor!!!! Una tienda de ropa interior con unos pequeñísimos probadores cuya única protección es una minúscula tela de un metro y medio de largura.

Por favor!!!! Esos probadores ubicados (y ya lo he visto en diferentes tiendas) frente a toda la gente y casi frente a la puerta abierta que va a dar a la Calle Preciados. Se supone que te estás probando sujetadores, bikinis,... Y cómo demonios colocas la cortinilla naranja para que no se vea nada por los laterales. Muevo de un lado, ya! Ay, ahora se ve por el otro lado. Uff... un poco de dignidad por favor. Y qué conste que yo hago top-less hasta en las piscinas de mi barrio. Vamos, que no es porque tenga ningún trauma en enseñar las tetas o el chichi.

Pues bien, perdón, retomo. Esta tarde entro a un Calcedonia. Y de tres dependientas que había, me pregunatron unas seis. Se reproducían clonicamente. ¿Le ayudo en algo? A ver, que acabo de entrar!!! Por fin, elijo dos modelos y, eligiendo el más apartado y esquinado, me dirijo a los probadores. Hago el ritual de la cortinilla. De un lado, de otro. Pienso, bueno, este está esquinado. No me va a ver toda la calle Preciados. Intento calcular dónde colgar las cosas en el zulo. Y, aún no me he quitado ni mi camiseta, cuando detrás de la sucia tela naranja oígo una voz. ¿Qué tal? Bueno, tranquila, me digo. No va contigo. Pero, despues de medio segundo de cronómetro. La vulgar voz repite, qué tal te quedan. Respiro y lo más educada que puedo, respondo, bueno, estoy en ello.

En fin, procedo a quitarme la camiseta, el sujetador, los pantalones... Me pruebo un modelo. Ahora el segundo, y de repente me abren toda la cortinilla por completo!!! Estaba tan sólo con las bragas. Con las tetas al aire. Dije, cómo pude, después de reaccionar. JODER!!! PODÍAS PREGUNTAR!!!!! ¿¿¿¿NO ESTABAN LAS OCHOCIENTAS DEPENDIENTAS AHORA DONDE TENÍAN QUE ESTAR INDICANDO QUE PROBADORES ESTABAN LIBRES??? Así que me visto como alma que lleva el diablo y salgo moviendo la cortinilla con tan mala hostia que afortunadamente no vi a ninguna dependienta pesada que me volviera a preguntar... Le iba a responder con un tratado de la dignidad humana y vete a saber qué. Iba a poner una reclamación en el Constitucional por vulnerar a mi Derecho a la Intimidad y Privacidad. Uff... Dije, la última vez que vengo a esta mierda de tienda. Me voy al Corte Inglés.

Podría rellenar varios folios contando cómo me trataron allí. Pero resumiré. Me compré dos bikinis mucho más baratos y bonitos que los de Calcedonia. Y me pude probar como una reina. Además, aproveche y fui al super del semi-sótano para comprar jamón york de Campofrío. Que en ningún sitio sabe como el del Corte Inglés. Hombre, ya está bien. Y, digo las marcas porque me da la gana. Y porque el que quiera méritos que se los gane.

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