martes, 21 de septiembre de 2010

Kyudo

No suelo hablar con los peluqueros/as. Me pongo en plan autista, mientras me lavan, me cortan, me peinan. Salvo por las obligadas instrucciones que doy para el corte. Me pongo autista en muchas situaciones pero hace un tiempo me sorprendo viéndome hablar mucho. Tal vez, la edad está haciendo que vaya perdiendo mi esencia. Tal vez, acabe siendo una maruja parlanchina. Y, sobre todo, lo estoy notando en las dos semanas que llevo con el blog. Joer, se me está desbordando el chakra de la comunicación. Ya. Como un coche. Si no lo mueves, no arrancará. Y, que todo funciona mejor, cuanto más lo uses. Pues me noto que hablo muchísimo en estos días.

Así que hoy, me sorprendo hablando con mi peluquero (gay). Comenzamos a comentar que qué malo es el trabajo; es lo peor para la salud. Y qué a él le dolían los brazos y a mí las cervicales. Y que él había tenido una cadena de doce peluquerias por toda España y lo dejó porque se forró y luego no quería responsabilidades. Y se fue a Japón a aprender otros estilismos, decoración de jardines, feng shui, filosofía oriental y Kyudo.

Kyudo, el camino del arco. Es la vía al desarrollo personal mediante el tiro con arco. No se trata, en esta ocasión, de dar en un punto, acertar en la diana, etc. No importa el resultado; no importa donde vaya o llegue la flecha. No importa el fin. Lo que importa es el proceso, el medio. Se utilizan arcos de unos dos metros. Y ya el primer paso del que aprende la disciplina es cómo coger ese arco. Cómo colocarlo,.. A partir de ahí, los maestros ya "ven" cóm eres en la vida. Bueno, en el fondo no es tan complicado, creo. Si ves a una persona cómo se sienta, por ejemplo, también sabes como es. Estos japoneses sacan artes y disciplinas de todo. Sólo hay que verles comiendo un miserable arroz con los palitos. Hago la reverencia, me siento, tomo los palitos con suma delicadeza y armonía y como los granitos blancos con máximo placer y contención. Unos artistas.

Pero a mí, que me hace falta poco para esto de los aprendizajes espirituales sin sentido, pues me llama la atención eso de coger un arco de dos metros. Así que me dio una tarjeta y quedo en pasarme uno de los domingos por Embajadores. Todo por hablar.

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