miércoles, 3 de noviembre de 2010

Botones II

La Ley de Mr. Buda-Murphy se cumplió una vez más. Es la única Ley que se cumple. La Ley Divina. La Ley:

Hace unos días hice una reflexión sobre los pocos botones que se me habían descosido en los años que llevo en Madrid. Y que nunca había cosido ninguno.

Pues 9:30 de la mañana. Metro de Madrid. Me dirijo a Atocha para coger el AVE Madrid-Sevilla que sale a las 11:00 horas. Tengo demo y llevo modelito: medias, zapatitos y maletín con ruedas para el portátil. Soy bastante precavida (o previsora). Siempre llevo otros pantys de repuesto en el bolso. Lentillas y gafas. Colonia Tous, desodorante Sanex (po zi la caló de Zevilla...). Mis cositas de suave maquillaje. Incluso pinzas.. El bolso de la Señorita Pepis. Pero hoy en el metro me sucede algo para lo que no había tomado ninguna precaución. Un botón sale disparado de mi americana. No uno de abrochar la americana, que total la dejas suelta y ya está. Es un botón que sujeta unas tiras a modo de cinturón, que se juntan en la espalda y hacen que la americana sea entalladita. Vamos es el detallazo de la americana. Y sin ese botón, las dos tiras de tela caen a los lados. Un horror.

Pienso que voy con muchísimo tiempo y seguro que en Atocha hay un cose-todo. O, a las malas, venderán en algún lugar aguja e hilo y me tocará coser un botón por primera vez (o segunda; creo que una vez cosí uno). Pues ni a las malas ni a las malísimas. Lo del cose-todo parecía ciencia ficción. Incluso, no conocían la palabra. Pero cuando pedía aguja e hilo, se me quedaban mirando con unas caras en las tiendas..  A VEEERR.  Cómo se me ocurre pedir esa extrañeza. En  un lugar donde cada día viajan miles de personas. Que, muchas de ellas van a reuniones de trabajo. Y que un dobladillo suelto, un botón que se cae…. o cosas peores pasarán… a cada segundo. Eso sí, tiendas de bolsos de 200 euros, que no falten. Son tan necesarias… Y hasta me regalaban un viaje en AVE ida y vuelta a no sé donde, por hacerme no sé qué tarjeta. No quiero un viaje, no necesito un viaje. Cuando quiero viajar, viajo. No necesito regalos. Tengo necesidades de supervivencia que no puedo satisfacer en esta sociedad tan complicada y capitalista. Desistí después de un rato de peregrinación por tiendas y puestos. Pero seguí pensando. En el tren seguro que tienen para esos imprevistos. También veo a un grupo de un viaje del IMSERSO; seguro que las señoras de esa edad, todas llevan su kit de cose-cose. Estoy salvada. Y, encima, una de ellas se prestará a cosérmelo.

Después de largo rato estudiando todas las posibilidades, me cansé. Las abuelas estaban en otro coche y me negaba a estar con la americana de la mano por todo el tren, suplicando limosna. Y la azafata del AVE, me dijo no tienen esas cosas. A estas alturas ya me había quedado claro que pido unas cosas muy raras.

Pues mira así no tendré que coser nada. Voy como vaya. Total, en Sevilla hará calor y llevo la americana quitada y ya está. Que yo hasta puedo vender un software de 100.000 euros sin americana ni ná. Pedazo de falda y piernacas que llevo. Hombre ya!!!

Finalmente, nadie reparó en mi no-botón. Hice un nudo con los dos trozos de tela y genial. Y, la verdad, hacía bastante calor en Sevilla y casi todo el tiempo estuve con la americana quitada.

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