domingo, 7 de noviembre de 2010

Ratpeca

Después de mi ataque de no querer existir durante unas horas, repaso mis últimos días para ver qué es lo que lo ha causado.
  • Jueves por la mañana. Mi ex me escribe un mail, me llama cariño y me dice que tiene muchas ganas de verme. Pero que no podrá hasta diciembre. ((Sus oraciones budistas le roban todo el tiempo)). ((Eso no lo dice ella, lo digo yo)).
  • Viernes por la mañana. 6:15. Voy a recoger mi croissant de la tostadora y sufro un calambrazo de 50000000 voltios o watios, o como se diga. Saltan los plomos y del aparato salen un fuegos artificiales naranjas, hasta con traca. (El chillido que di están pensando en ponerlo en el próximo doblaje de Psicosis). Espero que mis compañeros se levanten a axiliarme en cualquier momento. Pero nada. Y como puedo, con mis manos templando por el calambrazo y el susto, tomo una linterna y voy a encender los pilotos de la luz. Cuando volví a casa por la tarde, mis compañeros me dijeron, qué grito esta mañana, nos despertaste. Y mi compi-amigo-hermano (hasta ese día) me dijo que tenía una energía muy destructiva con los objetos. Perdón, perdón por existir.
  • Viernes por la mañana. 11:00. Demo. Mi compañero y yo nos dirgimos a la calle San Roberto. Cuando salimos del metro y nos plantamos en esa calle, sólo nos falta que nos ofrezcan coca. Niñatos varios se dirigen a un instituto, señoras con las bolsas de la compra... Las calles de barrio marginal nos hacen intuir que ahí no estará el mega-grupo al que nos dirigimos. Mi compañero revisa la dirección en su blackberry. La calle es San Norberto. No es San Roberto. Me siento estúpida porque fui yo quien sacó el plano. Y no sé si confundir la calle se debe a un despiste o a que no veo tres en un burro. O a que la forma global de la palabra sustituyó al contenido exacto. Así que, cogemos un taxi y le decimos la dirección al taxista. Nos volvemos a encontrar en unas calles de barrio-barrio. Estoy teniendo un deja vu. El taxista nos mete por unas calles de vallecas similares a las otras y dice que está a 500 metros. AQUÍ NO PUEDE SER.. El taxista había metido en el tomtom, la calle San Alberto. Nos pide perdón cien veces y a toda leche se dirige a la calle San Norberto. Y, cuando por fin llegamos a la calle San Norberto, vemos a una prostituta en las esquina. Vamos, que los tres santos tenían unas calles que pa qué. Y encima,  a San Norberto lo ignora todo el mundo, subyugado por sus hermanos famosos Alberto y Roberto.
  • Sábado por la mañana vienen mis amigas de mi ciudad. No tengo nada en común con ellas pero como son de toda la vida...pues nobleza, obliga. Tengo que estar con ellas todo el fin de semana, HM, VIPS, rastro....Por la noche vamos a Chueca y entramos en la bodega. Me encuentro a dos amigas (que entienden). Casi me da un ataque porque mis amigas de toda la vida no saben que me vuelven loca las mujeres. Y en décimas de segundo veo mil escenas en que mis AMIGAS LESBIANAS me dicen algo de contenido bollo delante de mis AMIGAS DE TODA LA VIDA. Pienso, las saludo y me voy pitando, no las puedo dejar hablar (A LAS LESBIANAS). Una de las LESBIANAS se me pone a hablar de que han ido a ver una peli del festival y la corto en seco. "Me tengo que ir que están mis amigas ahí y no hay sitio"... Nunca he dejado a nadie con la palabra tan en la boca. Más que en la boca todavía la tenía en el hipotálamo. Me puse nerviosísima. Me volví a mis amigas y dije, vámonos que no hay sitio. Una de mis AMIGAS DE TODA LA VIDA, dijo, pues nos quedamos en la barra. También la dejé con la palabra en la boca, me dirigí a la puerta y dije vámonos de aquí. Entramos en otro bar que estaba al lado. Voy al baño y llamo a mi amiga LESBIANA para pedir dsiculpas por haberle dejado con la palabra en el cerebelo. No me lo coge. Salgo del baño y voy a la mesa. Me llama mi amiga lesbiana y digo a mis amigas de toda la vida, uy qué querrá mi cuñada..y salgo a la calle a hablar para contar a mi amiga lesbiana la historia... Puto armario. Re-puto armario.
  • Ayer llevo una chaqueta negra. Una vez la dejé en una silla en una tienda. Cuando volvimos aún estaba. Otra vez, me llama un chico y me dice que se me ha caido. Y la tercera vez, es una señora mayor la que va detrás de mí para darme el cinturón.
  • Esta tarde, tras dejar a mis amigas en el tren, fui a BIOCULTURA. Mi ex había ido ayer, según me dijo en su correo. Entro muy contenta. Me apetece coger mucha información sobre escuelas de yoga, chi kung, etc. Pero a medida que voy caminando por los diferentes pasillos me empieza a entrar una tristeza incontrolable. Todo me recordaba a ELLA. Imagino que ella estuvo ayer ahí. Me la imagino en todos los puestos con su eterna risa. Sus cuencos... No aguanto más. Me voy. Por primera vez, no acepto lo que pasó. 
No acepto que el budismo nos separara. No acepto que tenga ganas de verme y tenga que ser en un mes. Eso no son muchas ganas.
No acepto la doble vida lesbiana/no-lesbiana.
No acepto las descargas eléctricas.
No acepto los deja vu. Hoy no.
No acepto las coincidencias y las casualidades que no llevan a nada. Hoy no.
Si tengo que perder algo, quiero perderlo. No acepto segundas ni terceras oporunidades.
Incluso, no acepto a San Alberto ni a San Roberto. Acepto a San Norberto.
Y porque no aceptaba, me moría de tristeza mientras volvía a casa.No aceptaba la existencia, tampoco. Mi existencia. Pensé que estaría bien dejar de existir durante unos instantes. ¿Será lo que les pasa a los suicidas? Igual no quieren dejar de vivir. Igual solo quieren dejar de existir unos instantes.

También pensé que en esos momentos sólo se pueden hacer unas pocas cosas: comer a lo bestia, beber. O las otras salidas más espirituales: meditación... No me daba la gana ni comer ni beber. Ni meditar. Hoy no acepto la meditación tampoco. Así que, puede que esto del blog, sea mi modo de hoy de salir de la existencia unos minutos.

Y no acepto al Papa,que se vaya ya a Roma.

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